Esta novela policíaca no es como las demás. Cuando menos es peculiar, como sus personajes. Al principio me costó entrar, pero acaba enganchando. Jean Baptiste Adamsberg llega a su nuevo destino en París coincidiendo con la aparición de unos círculos pintados en el suelo con tiza azul, junto con una frase: "Víctor, mala suerte, ¿qué haces fuera?". El comisario decide seguir la pista a los sospechosos círculos que aparecen en diferentes lugares y sus intuiciones se confirman en uno de ellos aparece un cadáver. Adamsberg, cuya vida privada no es precisamente ejemplar, dibuja hojas de árbol mientras le hablan y sale a dar una vuelta cuando necesita ordenar los datos que hay en su cabeza. Su ayudante, el inspector Dangler, es reflexivo, y no entiende al intuitivo de su jefe. De otros personajes sabemos que Mathilde se dedica a seguir a la gente por la calle, y Clémence está obsesionada con los anuncios por palabras. En definitiva, una novela negra distinta, pero que merece la pena leer si eres aficionado a este género. Por lo menos para conocer a esta autora.
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