El último
grito en programas televisivos de
entretenimiento se llama «Concentración».
Por las calles de París se recluta a
los participantes de este reality
show, que serán trasladados al plató en vagones precintados como los que
trasportaban a los judíos durante el exterminio nazi y, después, internados en
un campo. Ante las cámaras de televisión,
los prisioneros son golpeados y humillados. El clímax llega
cada semana, cuando los
telespectadores votan: desde sus casas pueden eliminar-ejecutar a uno de los
participantes. Pannonique, una estudiante de gran belleza, es
reclutada. Zdena, una mujer sin empleo, queda prendada de
ella. Una pareja fatal: víctima y verdugo.
Cuando la audiencia tiene que votar sale a la luz el sadismo inconsciente del
público que deplora el horror pero
es incapaz de perderse una entrega. Una crítica de un mundo brutal y crudo de
hipocresía bienpensante. Ácido sulfúrico,
Acide sulfurique en el original, un libro
que no deja indiferente al lector. Una
historia en la que la vida y la muerte
son objeto de exhibición y penden
únicamente de un voto a distancia, de una simple tecla que parece, por su
virtualidad, eximir al que la aprieta de cualquier cargo de conciencia.
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