De
profesión meteorólogo, Shimura lleva
una vida solitaria y metódica que
transcurre con precisión milimétrica entre el trabajo y su casa, a las afueras
de Nagasaki. Prácticamente nada altera
una rutina tan previsible hasta el día en que Shimura cree percibir pequeños
cambios en la impoluta organización de su hogar. No parece obra de un
ladrón, pues todos los objetos de valor siguen en su sitio. Shimura instala una cámara en la cocina
y, perplejo, descubre la presencia de una
mujer desconocida, una intrusa que lleva
un año viviendo en un armario de la casa. Partiendo de un hecho real, esta novela de Éric Faye explora el carácter de las personas solitarias y el influjo que la
memoria de los lugares que habitamos
ejerce sobre nuestra conciencia. Aunque no es un libro extraordinario, me
parece una novela interesante, breve, y de fácil lectura.
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