El doctor Takashi Nagai (1908-1951) amó
y rezó ardientemente por la paz. Antes de caer la bomba atómica sufría una aguda leucemia
y le habían pronosticado tres años de vida. A eso se añadió la radiación de la bomba y el extenuante trabajo que realizó curando
heridos, en un ambiente con un índice de radiación altísimo. A los pocos días
se desplomó y le fue imposible estar de pie. “El brazo y los dedos se mueven -decía-. Mientras aguante, he de seguir
escribiendo. Escribir es lo único que puedo hacer”. Y no paró de escribir
libros y cartas hasta su muerte, el 1 de mayo de 1945, con 43 años. Y lo hizo para animar a sus compatriotas a rehacer su país
y amar la paz. Los libros del doctor Nagai
conmovieron a millares de japoneses e inspiraron varias canciones y películas.
“Su mensaje y su ejemplo -afirma en el Prólogo Toshimi Nakai, autor de esta semblanza- pueden ser muy útiles a
los que vivimos en la sociedad actual, para aprender la importancia de esforzarnos por la paz y por difundir el
amor al prójimo.
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