«El tío Pacomio
era mellizo de mi abuelo (…) eran los dos huesudos aunque muy bien parecidos,
de contornos brevemente acigüeñados, las narices generosas, torpones y
desatinados en el andar, la sonrisa
amplia, y la tez, como el cabello, moreno y brilloso. Desentonaban, uno del
otro, en el mirar: (…) el tío Pacomio…
parecía estar siempre contemplando atardeceres, con los ojos mansos y
entornados, como si le molestara un resol inexistente…».
«Viendo su mirar tan
neblinoso, es claro que es usted un disminuido» le dirán en una ocasión. «Pero hubo un período
en que el pusilánime tío Pacomio fue
el jefe de la familia, y sobre él recayeron durante esos tiempos las más
grandes responsabilidades, y protagonizó las audacias más extremas, y corrió
los riesgos más acuciantes: fue el verano
del tío Pacomio…». Prosa hermosa, atrayente, poética, culta, al servicio de
una historia familiar a ratos trágica, siempre agradable y en ocasiones divertida,
ambientada en la Guerra Civil.
Muy buena si señor!
ResponderEliminarEs una obra maestra, un libro de los que ya no se encuentran, una vuelta a nuestras tradiciones.
ResponderEliminarPosiblemente sea dificil escribir con más poetica vibración una historia de valores cristianos ( y por ende humanos )
ResponderEliminarUn gran libro,una novela de las que ya no se encuentran cargada de valores de los que estamos tan necesitados.Un lenguaje poetico y una cadencia en la narracion que mas bien parece poesia.¡Insuperable!
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