lunes, 28 de diciembre de 2020

La columna de hierro, de Taylor Caldwell


El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga. Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales. (CICERÓN)

Intrigas políticas, lucha por el poder, corrupción, amor, pasión por la verdad, búsqueda de Dios. Espectacular. De plena actualidad. 834 páginas ninguna de las cuales sobra. Pude leerlo durante el largo confinamiento domiciliario y la verdad es que lo recomiendo vivísimamente. Apasionante novela sobre la vida y época de Marco Tulio Cicerón en la que se verás reflejado en gran parte el mundo de hoy y comprobarás que poco ha cambiado el hombre desde entonces. No dejes de leerla.


lunes, 14 de diciembre de 2020

Un cuento de Navidad para Le Barroux, de Natalia Sanmartín Fenollera

Portada de Un cuento de Navidad para Le Barroux.

Pablo Cervera (www.religiónenlibertad.com) entrevista a Natalia Sanmartín Fenollera, autora de El despertar de la señorita Prim con motivo de la publicación de su nuevo libro.

 La Editorial Planeta acaba de publicar el nuevo libro de Natalia Sanmartín Fenollera, autora de El despertar de la señorita Prim, best-seller mundial publicado en el año 2013. Fue traducido a once lenguas y llegó a más de 75 países.  

La nueva entrega de nuestra autora lleva por título Un cuento de Navidad para Le Barroux. El cuento está bellamente ilustrado por Michaela Harrison, cuyos trabajos de ilustración conoció la autora en la abadía de Nuestra Señora de Clear Creek (Oklahoma).

Pincha aquí para adquirir ahora "Un cuento de Navidad para Le Barroux".

Conocí a Natalia Sanmartín en una cena de amigos. Me llamo la atención su delicadeza, su atención a las detalles, su finura femenina. Me pareció ver recogidos algunos de los aspectos que había plasmado en su entonces reciente obra laureada en todo el mundo. Además su bagaje literario se hizo patente, con sencillez, en la conversación.

Personalmente le agradezco el privilegio de esta entrevista.

-Mucho se ha dejado esperar esta nueva obra tras aquel 2013. Cualquier otro (autor, editor….) habría aprovechado la "mina de oro". ¿Por qué este "retraso"?

-Supongo que quizá porque mi idea no es tener una carrera literaria "profesional", por decirlo así, sino escribir cuando crea que hay algo que puedo decir o exista un motivo para hacerlo. Así surgió este cuento, porque las benedictinas de Barroux me pidieron una historia para leer en la fiesta de la Natividad. La escribí para las dos abadías, sin pensar inicialmente en nada más.

Monasterio de Le Barroux.

En Le Barroux, a unos cien kilómetros al norte de Marsella, hay dos comunidades benedictinas que siguen la liturgia tradicional: la abadía de Santa María Magdalena (monjes) y la abadía de Nuestra Señora de la Anunciación (monjas). En la imagen, el monasterio femenino.

-Hablemos del libro, "que a eso hemos venido…" Un pequeño de 8 años y sus hermanos pierden a su madre a causa de una enfermedad. Antes el padre los había abandonado. El chavalillo, en una petición y búsqueda sostenida en toda la obra, pide una señal a Dios: quiere verificar si "lo que mamá decía sobre Dios, la cueva y el cielo era verdad". Dios parece que calla. Al llegar la tercera Navidad, el niño aprende a leer el lenguaje de Dios. ¿Cómo "se te ocurrió" este cuento?

-No podría decir exactamente cómo o cuándo. Quería hablar del misterio de la Navidad y de la visión sacramental del mundo, de la idea de que Dios habla también a través de las cosas, de la realidad material. Y también escribir sobre la perseverancia en la fe y sus dificultades, sobre lo que ocurre cuando de pronto, como describe tan bien Lewis en Una pena en observación, encuentras una puerta que parece cerrarse de golpe, con ruido de cerrojos y doble vuelta de llave.

»El protagonista del cuento atraviesa un desierto que dura tres años, en total soledad, sin hablar con nadie, confiándose únicamente a la Virgen María y pidiendo todos los días una señal a Dios. Kierkegaard decía que la pureza de corazón es querer una sola cosa. Eso explica muy bien el sentido del cuento.

-La crisis de fe en nuestros días parece el pan nuestro de cada día. Curiosamente, el protagonista supera la crisis a partir de lo material. Vislumbro aquí una reivindicación de lo carnal, lo material, lo específico del cristianismo, que es la Encarnación. Dostoievski dijo que "la belleza salvaría al mundo"… Pareces provocarnos con la belleza en la Navidad. La cotidianidad cristiana de antaño es el marco de tus dos obras. ¿Es tu objetivo inculcar una "opción benedictina" como algo aislado en nuestra sociedad cristianofóbica? O, más bien, ¿que ese tipo de comunidad será lo que genere una nueva sociedad cristiana?

-No tengo muy clara la idea de una nueva sociedad cristiana, puede parecer pesimismo, pero a mí me parece más bien realismo. Vivimos en un mundo que hace tiempo que ha dejado de ser cristiano, inmerso en una crisis que no ha empezado ayer, pero que cada día parece acelerarse. Y tenemos grandes boquetes en nuestras murallas, con diferencias cada vez más profundas que ya no se pueden ignorar, porque son explícitas.

»Hay una parte de la Iglesia que cree que la fe cristiana cambia con el tiempo, que tanto el culto como la doctrina deben adaptarse poco a poco a los cambios, y que ha dejado de creer en lo que siempre, en todas partes y por todos ha sido creído, como enseñaba San Vicente de Lerins.

»Eso genera una lluvia ácida constante dentro y fuera de la Iglesia que desnaturaliza, debilita y adultera la fe. Y frente a eso no hay recetas generales, solo hay decisiones prudenciales que corresponden a cada uno para tratar de proteger la propia fe, para purificarla y contrastarla con lo que la Iglesia siempre ha enseñado.

Ilustración de

Una de las ilustraciones de Michaela Harrison para "Un cuento de Navidad para Le Barroux".

»Ha habido mucho debate sobre la opción benedictina y en ocasiones se ha hablado de ella como si se tratase de una respuesta universal. Y no lo es, ni creo que nadie haya defendido seriamente que lo sea. Hay gente que tiene que estar en el mundo y gente que tiene que irse al desierto, alejarse un poco del ruido, en soledad o con otros, para conservar y proteger su fe. No es una idea nueva, es una vieja idea cristiana.  

-Impacta en el cuento el vínculo hondo que une al niño con su madre, con sus dichos. Recuerda una y otra vez su belleza, sus enseñanzas. Hay un canto a la madre. También sucede con la abuela. Sin esa tradición no hay persona.

-Sí, es cierto. A mí me parece que el papel de la familia en la transmisión de la fe, especialmente el las madres, es insustituible. Ni la escuela ni la parroquia ni los campamentos de verano pueden hacer esa labor, que además tiene una belleza profunda. En la lista de bienes de una familia cristiana, antes de la universidad, el postgrado, el colegio, las actividades preescolares, la alimentación sana, las relaciones sociales, antes de todo eso, tiene que estar la salvación del alma. Es una cuestión de orden, de ordenar la escala de los bienes, y de purificar la propia fe. Se trata de guiar a un niño hacia Dios, y para para hacer eso hay que conocer el camino.

-La fe cristiana a nivel personal y social es combatida. Nada nuevo bajo el sol… ¿Es esta una ocasión para fortalecer la fe a través de la cruz, a precio del martirio cotidiano, en aras de una humanidad nueva que resucite con esa semilla? "Si le das a Dios tu corazón, morir es despertar".

-Sí, todas las épocas tienen sus dificultades y todas las generaciones están a igual distancia de Dios. Pero es cierto que este tiempo tiene una característica muy inquietante, la inversión de los conceptos del bien y del mal, el llamar bien al mal y verdad a la mentira, y que no siempre es fácil distinguir la moneda falsa de la verdadera.

»Hay una obra clásica de Dom Columba MarmionJesucristo, vida del alma, un monje irlandés beatificado recientemente, que tiene un primer capítulo que es como un mapa del tesoro. A mí me parece un buen ejercicio leerlo despacio, leerlo varias veces, y preguntarse si lo que está descrito allí, que es lo que siempre, en todas partes y por todos ha sido creído, es lo que recibe, cree y transmite cada uno.

»Esa es una tarea individual que nadie puede hacer por otro, y que exige tener claro que no hay ningún fin, ya sea la unidad, la paz o el diálogo con el mundo, que justifique adulterar o desnaturalizar el culto y la fe.

-¿Cuál cree que es el motivo del fracaso en la transmisión de la fe, por parte de padres, por parte de la Iglesia? ¿Moralismo, reducción horizontal de la fe, ausencia de la Belleza, identificación y desaparición detrás de los "valores", falta de centralidad de lo esencial: Jesucristo muerto y resucitado…? La tarea de la madre en su libro debió ser muy potente y acertada… y, sin embargo, sin grandes alharacas…

-Creo que ha habido una dilución progresiva de la fe, hacia lo que Lewis llamaba cristianismo con agua, y que se ese proceso se ha acelerado bruscamente, de forma paralela a como se ha acelerado la secularización y descristianización de Occidente.

»No me parece difícil imaginar que si Santo Tomás de AquinoSanta Teresa de Jesús o el cardenal Newman, por decir tres nombres diferentes, entrasen en una iglesia hoy muy probablemente no reconocerían buena parte del culto, como tampoco el abandono de las formas de piedad, del silencio o el arrodillarse, y la desacralización en muchas ocasiones del modo de acceso y administración de los sacramentos. Newman advirtió sobre el efecto destructor del sentimentalismo y el modernismo en la Iglesia. Belloc lo llamaba la síntesis de todas las herejías, porque las contiene todas.

»Me parece que la respuesta está en aferrarse a la fe y al culto milenario de la Iglesia. Y que hace falta que profundicemos en la fe cristiana con el mismo entusiasmo con el que profundizamos en otras cosas.  Preguntarse por ejemplo con qué disposición y con qué frecuencia se acercaba Santa Teresa de Jesús a la comunión, qué enseña Santo Tomás sobre cómo debe recibirse y administrarse el Cuerpo de Cristo, o qué advertía Newman sobre el efecto corrosivo del sentimentalismo y la mundanización en la fe.

-Se ha hablado hasta la saturación (y se sigue hablando) de "diálogo" con la cultura. Acepto la expresión si eso significa claridad de la posición de la que se parte y no se llega a la renuncia de la verdad, a la tolerancia entendida como relativismo… ¿En qué medida "dialogas" en tu novela con este mundo? A lo mejor es solo (y ya sería todo) una llamamiento a un mundo que se suicida.

-Yo no le veo demasiado sentido a dialogar con el mundo sobre las grandes cuestiones, porque cuando no existen unos mimbres comunes el diálogo es estéril, y eso en el mejor de los casos. He escrito un cuento cristiano, para cristianos o para todo aquel que quiera acercarse a la Navidad cristiana. No es un llamamiento, es solo una mirada hacia el corazón de la fe. La regla de San Benito le dice al monje: "Inclina el oído de tu corazón", que es como decir: escucha con el corazón.

»La Navidad es una fiesta alegre y familiar, pero es también un momento de recogimiento. Y hay muchas cosas que se pueden hacer para purificar la fe, no es necesario irse al desierto para hacerlo. Se puede reducir el ruido, se puede buscar una liturgia digna de Dios, se puede aprender a rezar el breviario íntegro, que incluía esos salmos hermosos y terribles que lamentablemente no aparecen ya en la última reforma, pero que nadie prohíbe rezar, y que son un canto terrible y maravilloso a Dios. Se pueden contar a los niños las maravillas que Dios ha hecho desde la creación del mundo, se les puede enseñar a ver la realidad con los ojos con los que mira la Iglesia, con mirada sobrenatural.

»Para mí esa es la tarea urgente, purificar, recuperar, reconstruir, vivir como medievales, con el Credo, los sacramentos, la misa y la oración, sanamente alejados de los cambios y los vaivenes de dentro y de fuera de las murallas. Pensar en la propia salvación con temor y temblor, como enseña San Pablo, y dejarse deslumbrar por la fuerza y la belleza de Dios.

-Por cierto, me parece de una belleza maravillosa la forma de presentar a la Virgen mediando en el paso a la luz....

-Ella es el verdadero corazón del cuento, eso sí te lo puedo decir.

lunes, 30 de noviembre de 2020

La torre negra, de P.D. James

“Iba a ser la última visita del especialista y Dalgliesh sospechaba que ninguno de los dos lo lamentaba, pues la arrogancia y la condescendencia por un lado, y la debilidad, la gratitud y la dependencia por el otro no podían constituir el fundamento de una relación satisfactoria entre adultos, por muy transitoria que fuera”
.

Adam Dalgliesh -hombre de refinados gustos artísticos que ha publicado varios libros de poesía, metódico policía y protagonista de buena parte de las novelas de P.D.James- decide visitar al padre Baddeley, antiguo amigo de la familia, capellán en una casa de reposo, y acabar de recuperarse allí de una grave enfermedad que le ha tenido apartado del servicio. Sin embargo, a su llegada descubre que su amigo ha muerto y su cuerpo ha sido incinerado. También ha muerto uno de los enfermos y, aparentemente, se trata de un suicidio. A pesar de estar convaleciente, Dalgliesh deberá tratar de resolver el misterio que inquieta a la aislada comunidad de Toynton Grange. La torre negra reúne todos los ingredientes de las mejores novelas de P.D.James: trama apasionante, atmósfera claustrofóbica y gran habilidad para captar hasta los detalles más nimios. P.D.James nunca defrauda.


lunes, 16 de noviembre de 2020

Una vida para la Iglesia. Benedicto XVI, de Peter Seewald

  • “Benedicto XVI es una de esas figuras señeras de nuestro tiempo. Su palabra nos transmite un mensaje y unos valores, ya desde su primera infancia hasta ahora (…) su existencia es un ejemplo de una vida siempre atenta a conocer y llevar a cabo la voluntad de Dios”.

Así se expresa en el Prólogo Monseñor Manuel Monteiro de Castro de Castro, nuncio Apostólico en España en el momento de la publicación de Una Vida para la Iglesia, de Peter Seewald. El sábado día 1 de agosto de 2020 el autor visitaba a Benedicto XVI para presentarle la biografía que ha elaborado sobre él. Mientras termino de leer Benedicto XVI. Una vida, recién publicado en España el pasado mes de octubre, os recomiendo Una vida para la Iglesia, lectura placentera y enriquecedora que abarca desde su infancia hasta su ochenta cumpleaños y va acompañada de un buen número de fotografías que completan esta breve semblanza de 159 páginas.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Entre tonos de gris, de Ruta Sepetys

Me sacaron de casa en camisón”.

Así comienza esta obra, la primera de la escritora norteamericana Ruta Sepetys, hija de un refugiado lituano en Estados Unidos. La historia nos la cuenta Lina, una chica de quince años, con unas dotes excepcionales para el dibujo, que sueña con entrar en la escuela Bellas Artes. Estamos en Kaunas, Lituania, a comienzos de junio de 1941. Es entonces cuando una noche, sin previo aviso, el NKVD, la policía secreta soviética, irrumpe en su casa llevándosela en camisón junto con su madre y su hermano. Su padre, un profesor universitario, había desaparecido ese mismo día. A partir de ahí empieza un largo y arduo viaje que les conducirá hasta los campos de trabajo de Siberia. Un cuaderno de dibujo, el ejemplo de su madre y la amistad con Andrius, un chico de su edad, ayudarán a Lina a mantener la esperanza. Historia dura, llena de valores, en la que junto al desprecio más absoluto de la vida humana por parte de unos afloran los mejores sentimientos en las personas que menos te esperas.


lunes, 19 de octubre de 2020

Shackleton. Expedición a la Antártida, de Lluís Prats

«Se buscan hombres para viaje peligroso. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. Regreso dudoso. Honor y reconocimiento en caso de éxito».

Cuando aquella mañana Ernest Shackleton, ya famoso explorador, expone a los miembros de la Royal Geographical Society su proyecto de cruzar a pie la Antártida, la mayoría le toman por loco, calificando su pretensión de demasiado osada, temeraria o incluso suicida. Sobre todo después del fracaso de Scott y sus compañeros en su expedición al Polo Sur, que había entristecido y humillado a Gran Bretaña. Sin embargo, en la apretada votación a mano alzada se decidió financiar el proyecto. Fue entonces cuando Shackleton puso en The Times el anuncio que encabeza estas líneas. El desafío se convertirá en una odisea cuando el buque en el que viajan, el Endurance, quede atrapado entre placas de hielo. Solo el tesón y la valentía de Shackleton conseguirá salvarlos a todos de una muerte segura. Excelente recreación de esta odisea, que engancha de principio a fin y está llena de virtudes: Optimismo, compañerismo, desprendimiento, generosidad, fortaleza, esfuerzo, superación, perseverancia, y, sobre todo, sentido de la trascendencia.

 

lunes, 5 de octubre de 2020

Ve y pon un centinela, de Harper Lee

“Ya entrada la tarde, Desde Atlanta, venía mirando por la ventanilla del vagón restaurante con un deleite casi físico. Mientras se tomaba el café del desayuno, vio cómo quedaban atrás las últimas colinas de Georgia y aparecía la tierra rojiza, y con ella las casas con tejados de chapa en medio de patios bien barridos, y en los patios las inevitables matas de verbena rodeadas de neumáticos encalados. Sonrió cuando vio la primera antena de televisión en lo alto de una casa de negros sin pintar. Conforme aparecían más y más, se redobló su alegría”.

En julio de 2015 se publicó en España la primera edición de Go Set a Watchman, primera novela de Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor, Premio Pulitzer en 1961. Escrita a mediados de los años 50, la novela fue el primer manuscrito que Harper Lee presentó a sus editores antes de Matar a un ruiseñor. Ve y pon un centinela nos presenta a muchos de los personajes de Matar a un ruiseñor, aunque unos veinte años más tarde. Jean Louise Finch (Scout) regresa a Maycomb para visitar a su padre, pero tendrá que enfrentarse con problemas personales y políticos que involucran a Atticus, la sociedad y al pequeño pueblo de Alabama que la vio nacer. El libro explora cómo los personajes de Matar a un ruiseñor se adaptan a los turbulentos acontecimientos que transforman a Estados Unidos a mediados de los años 50. Si superas la página 100, te puede acabar gustando.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Misión Olvido, de María Dueñas

 

«Rosalía. Soy Blanca Perea. Tengo que marcharme de aquí, necesito que me ayudes. No sé adónde, igual me da. A un sitio en donde no conozca a nadie y en el que nadie me conozca a mí».

En palabras de la propia María Dueñas, "Misión Olvido es la historia de Blanca Perea, una profesora española de cuarenta y algunos años, que cree que tiene el equilibrio conseguido en casi todas las facetas de su vida: en lo profesional, en lo familiar, en lo personal, … Y, de pronto, todo estalla, todo le salta por los aires, desde el momento en que su matrimonio se rompe. Incapaz de recomponer sus propios pedazos, lo que decide es huir… ". Han pasado diez años desde que leí la inolvidable primera novela de María Dueñas, El tiempo entre costuras. Acabo de terminar Misión Olvido, y, desde luego, no es lo mismo…



lunes, 7 de septiembre de 2020

El octavo día, de Thorton Wilder

«La naturaleza nunca duerme. Los procesos de la vida nunca se detienen. La creación no ha llegado a su fin. La Biblia afirma que Dios creó al hombre en el sexto día y descansó, pero cada uno de esos días tuvo una duración de muchos millones de años. El día de descanso debió de ser bien corto. El hombre no es el fin sino el principio. Nos encontramos al inicio de la segunda semana. Somos los hijos del octavo día».
«El octavo día» fue escrita en 1967, ocho años antes de la muerte de su autor, Thorton Wilder, y en ella nos narra –como él mismo dice en la novela- una historia acerca “un error judicial en un caso sin importancia en una pequeña localidad del Medio Oeste”. John Ashley ha escapado durante el trayecto en tren que lo conducía hacia su ejecución por el asesinato de su mejor amigo. Nadie conoce su paradero o la identidad de las personas que organizaron la fuga. Detrás quedan dos familias destrozadas, que deberán aprender a abrirse camino, y un sinfín de preguntas sobre las que orbita aquella referida a la autoría del propio crimen. Es una de las obras cumbre de Wilder, tres veces ganador del Premio Pulitzer. Novela extraña, profunda, con personajes de gran profundidad psicológicareflexiones sobre temas como la educación, la Historia, la fe, el amor, la amistad, el trabajo o la felicidad. Sin duda, una lectura que merece la pena, aunque con tiempo y con calma.
Para saber más: El octavo día


lunes, 24 de agosto de 2020

Bienestar, autoestima y felicidad, de Raimon Gaja Jaumeandreu


¿Sabías que el pensamiento determina los estados de ánimo, y no al revés? ¿Eres consciente de que tus bajones anímicos, sentimientos de culpabilidad o de baja autoestima, de ira, vergüenza o tristeza, tu ansiedad, dependen de tus pensamientosPues así es. El pensamiento genera la emoción, no a la inversa. En este pequeño libro (193 páginas), se nos da a conocer la terapia cognitiva, que ha revolucionado el tratamiento de los trastornos emocionales. Con él entenderás por qué es el pensamiento el que provoca la emoción; aprenderás a descubrir los pensamientos negativos que provocan tus estados de ánimo; y serás consciente de que son esos pensamientos negativos los que distorsionan tu estilo cognitivo. Así aprenderás a reeducar tu mente, enseñándola a pensar de una manera objetiva que te evite sufrimientos innecesarios. Libro sencillo y sugerente, útil para conocerse y ayudarse uno mismo y conocer y ayudar a las personas que están a nuestro lado.

lunes, 10 de agosto de 2020

Un largo camino, de Slavomir Rawicz

En el año 1939, Rawicz, un joven oficial de caballería polaco, fue arrestado por los rusos y enviado, después de brutales interrogatorios, al inhóspito campo de concentración 303, en el corazón de Siberia. Consciente de que permanecer allí hubiera significado una muerte segura, organizó su escapada junto a otros seis compañeros. Así, en la primavera de 1941, con unas pocas provisiones robadas, y con una rudimentaria ropa de abrigo, dirigieron sus pasos hacia el sur a lo largo de las nevadas extensiones siberianas... Tras cruzar la vía del Transiberiano, atravesaron Mongolia, el terrible desierto del Gobi y las montañas del Tíbet. Nueve meses más tarde, consiguieron alcanzar la libertad al llegar a la India en marzo de 1942. Una apasionante aventura real llena de heroísmo y lucha por la supervivencia que ejemplifica el valor y la fuerza del espíritu humano. En el año 2010 fue llevada al cine por Peter Weir con el título de Camino a la libertad.



lunes, 27 de julio de 2020

Un "Señor de las moscas" diferente...


¿Qué pueden hacer unos niños naufragados en una isla? ¿Dejarse llevar por el salvajismo y matarse unos a otros, como en la novela El Señor de las Moscas, de William Golding? ¿Son los niños, los adolescentes, unos bárbaros llevados por impulsos, sólo contenidos por una capa fina de civilizacion?William Golding publicó su novela en 1951 y vendió muchos millones de ejemplares. Él era alcohólico, con tendencia a la depresión y violento con sus hijos. "Siempre entendí a los nazis, porque soy, por naturaleza, de ese tipo", confesó en cierta ocasión. "En parte, por ese autoconocimiento", admite, escribió El Señor de las Moscas. En esa historia, unos niños de colegio británico naufragados en una isla se dedican a hacer cada uno lo que prefiere, buscan lo fácil y la gratificación inmediata y terminan recurriendo a la violencia contra los más pequeños, matando a tres de ellos. ¿Es así el hombre? ¿Ha habido algún caso real similar de niños perdidos en una isla desierta? Pues sí. Ocurrió en 1966. Protagonistas: un grupo de adolescentes de una escuela católica de Tonga, de 13 a 16 años. en Religión en Libertad puedes leer la historia completa…


lunes, 13 de julio de 2020

La voz del árbol, de Mercedes Salisachs

“… la palabra «traidores» no le era desconocida. Más de una vez su madre le había hablado de un tal Judas que, por ganarse unas monedas de plata, había traicionado a Dios. Y que luego, arrepentido por lo que había hecho, se colgó de un árbol. «Pero aquel árbol no era como el otro. Métetelo en la cabeza, Lucía. Aquel árbol tenía ramas y hojas y un tronco vital. En cambio el árbol bueno era seco y tenía la madera dura.»
Lucía es testigo de la muerte tremenda de sus padres, durante la guerra civil española, cuando solo tiene unos pocos años. A partir de ese momento, sin nadie en la vida que la proteja, irá cayendo en manos de diversas personas. Unas se aprovecharán de ella. Otras, la ayudarán a sobrevivir. A lo largo de siete décadas, Lucía crece en relación con personas muy diversas, encontrándose con el egoísmo, la inmoralidad y la injusticia en todas sus versiones. De esta novela, la propia Mercedes Salisachs dirá: "He intentado hacer un libro que no se te caiga de las manos, que sea ameno y al mismo tiempo tenga profundidad intelectual". Es de lo mejor que he leído en los últimos meses.

lunes, 29 de junio de 2020

John Verdon, La isla del tesoro y Arderás en la tormenta

Esta mañana sin yo pretenderlo me volví a topar con los libros de John Verdon. Enseguida pensé: “¿Habrá sacado algo nuevo?” y me puse a buscar por internet sin encontrarlo. No parece que haya escrito nada posterior a Arderás en la tormenta. O por lo menos, yo no he encontrado referencias. 
Pero me encontré con este breve vídeo entrevista que te puede interesar…
Ya lo has escuchado: La isla del tesoro, de R. L. Stevenson, Guerra y paz, de Lev Tolstoi, El sabueso de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle, y Arderás en la tormenta, el último de la saga de David Gurney

lunes, 15 de junio de 2020

Quién sujeta el cielo, de Rafael Álvarez Avello


«Dios siente ternura hacia mí como yo hacia vosotros, Dios tiene una dependencia total de mí, Dios sufre conmigo, Dios se alegra conmigo, Dios camina conmigo y peregrina en mi vida. Dios siente la necesidad de cuidarme. Cualquier cosa que me ocurra le transforma, porque soy su hijo y su criatura».

“Quién sujeta el cielo”, que también se podría haber titulado “Cómo me convertí a la ternura de Dios a través de mis hijos”. En este pequeño libro, que he aprovechado para leer estos días de confinamiento, el autor escribe a sus hijos y les cuenta cómo fueron ellos quienes le revelaron la ternura de Dios al convertirle en padre. Por sus páginas desfilan historias familiares y sucesos cotidianos en los que los temas de fondo son el amor, la felicidad y el sentido de la vida. Para el autor, “El gran reto para los Cristianos” y, añado yo, para todos los hombres, es “descubrir la mirada con que Dios nos mira”. La felicidad, a pesar del dolor, del sufrimiento, de todos los males que hay en el mundo, está en descubrir esa mirada, la mirada de Dios, y mirarse cada uno a sí mismo así, con la mirada de Dios.

lunes, 1 de junio de 2020

David Copperfield y El Año de Dickens


El próximo 9 de junio de 2020 se cumplirán 150 años de la muerte de Charles Dickens. Con ocasión de ese aniversario os recomiendo dos lecturas. La primera, un breve estudio de 195 páginas: El universo de Dickens, de Mariano Fazio, breve ensayo para introducirnos en la obra de este universal autor. La segunda, una novela de Dickens, para empezar a abrir boca. En concreto, David Copperfield, novela de formación, o de aprendizaje, de la que el propio Dickens decía: «De todos mis libros, éste es el que prefiero (…) tengo un hijo favorito en el fondo de mi corazón. Y su nombre es David Copperfield» (Prólogo a la edición de 1867). Una novela que empieza así:

«Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para dar comienzo a mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente».






lunes, 11 de mayo de 2020

Un caballero en Moscú, de Amor Towles


«El 21 de junio de 1922 a las seis y media, cuando el conde Aleksandr Ilich Rostov salió escoltado por la puerta del Kremlin a la Plaza Roja, hacía un día fresco y espléndido. El conde echó los hombros hacia atrás, sin detener el paso, e inspiró hondo, como quien sale del agua después de nadar».
Condenado a muerte por los bolcheviques en 1922, el conde Aleksandr Ilich Rostov elude su trágico final por un inusitado giro del destino. Gracias a un poema subversivo escrito diez años antes, el comité revolucionario conmuta la pena máxima por un arresto domiciliario inaudito: el aristócrata deberá pasar el resto de sus días en el hotel Metropol, microcosmos de la sociedad rusa y conspicuo exponente del lujo y la decadencia que el nuevo régimen se ha propuesto erradicar. En esta curiosa historia se basa la segunda novela de Amor Towles, que se consolida como uno de los escritores norteamericanos más interesantes del momento. Escrita con elegancia, sentido del humor y un aprecio por los grandes clásicos de la literatura rusa, es, sin duda, una lectura muy recomendable. Una novela sobre un confinamiento, para leer en tiempos de confinamiento.



jueves, 30 de abril de 2020

Día de la madre: Un poema. La madre, de Magdalena Sánchez Blesa

La madre[1]

A veces llego a mi casa
con la prisa
que requiere
hoy en día
la sociedad
y ni siquiera saludo.
Entro rápida
en mi alcoba
y doy un grito
a mi madre.
-¡Mamá, tengo mucha prisa.
¿Se me ha secado la falda?
¿Me has planchado la camisa?
Venga, ponme la comida
que me tengo que ir corriendo.
Y ella, como un soldadito
va mis órdenes cumpliendo.
-¿Dónde están mis botas negras?
¿Dónde has puesto mis pendientes?
¿Por qué me escondes las cosas?
¿Y mi cepillo de dientes?
Tráeme las llaves del coche,
cómprame un tinte del pelo
y luego, si tienes tiempo,
bajas la luna del cielo.
Y ella, como un soldadito,
va restando de sus horas
el tiempo que necesito.
De todas las formas, mi madre,
ya tiene hecha su vida.
Ahora debe dedicarse
a hacerme a mí la comida,
a tener la casa limpia,
a ir los martes al mercado...
En fin, esas tonterías
que a mí me han enamorado.
En fin, esas tonterías
que hacen que mi vida fluya
mientras yo, como un sargento,
voy malgastando la suya.
Yo metiéndome al bolsillo
su rodal de luna llena
y con sus rayos de sol
poniéndome yo morena,
mientras que ella
con la luz de una lámpara fundida
va consumiendo su vida
dando betún a mis botas,
ordenando mis cajones,
cosiéndome calcetines,
planchándome pantalones,
regalándome latidos,
remendándome tristezas...
¿En dónde me acabo yo
y tú, mamá, dónde empiezas?
Quiero que empieces aquí,
donde acaba mi poesía.
Debí haberla escrito antes,
¿verdad que sí, madre mía?
Pero aún nos queda tiempo.
Venga, cierra el costurero.
Ponte guapa que nos vamos,
hoy empezamos de cero.
¡Desenchufa ya esa plancha!
¡Deja la ropa en el balde!
Yo lo haré cuando volvamos,
vamos, mamá, se hace tarde.



[1] Más información sobre la autora: https://www.magdalenasanchezblesa.com/

viernes, 10 de abril de 2020

Via Crucis de Gerardo Diego











Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas.
Clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí en mi torpe mejilla
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,

esa lágrima que brilla.
Déjame que te restañe
ese llanto cristalino,
y a la vera del camino
permite que te acompañe.
Deja que en lágrimas bañe
la orla negra de tu manto
a los pies del árbol santo
donde tu fruto se mustia.
Capitana de la angustia:
no quiero que sufras tanto.
Qué lejos, Madre, la cuna
y tus gozos de Belén:
- No, mi Niño. No, no hay quien
de mis brazos te desuna.
Y rayos tibios de luna
entre las pajas de miel
le acariciaban la piel
sin despertarle. Qué larga
es la distancia y qué amarga
de Jesús muerto a Emmanuel.
¿Dónde está ya el mediodía
luminoso en que Gabriel
desde el marco del dintel
te saludó: -Ave, María?
Virgen ya de la agonía,
tu Hijo es el que cruza ahí.
Déjame hacer junto a ti
ese augusto itinerario.
Para ir al monte Calvario,
cítame en Getsemaní.
A ti, doncella graciosa,
hoy maestra de dolores,
playa de los pecadores,
nido en que el alma reposa.
A ti, ofrezco, pulcra rosa,
las jornadas de esta vía.
A ti, Madre, a quien quería
cumplir mi humilde promesa.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada María.

Primera Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
"El Consejo en pleno se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato. Allí empezaron con sus acusaciones: «Hemos comprobado que este hombre es un agitador. Se opone a que se paguen los impuestos al César y pretende ser el rey enviado por Dios.»" (Lc 23, 1-2)

Jesús sentenciado a muerte.
No bastan sudor, desvelo,
cáliz, corona, flagelo,
todo un pueblo a escarnecerte.
Condenan tu cuerpo inerte,
manso Jesús de mi olvido,
a que, abierto y exprimido,
derrame toda su esencia.
Y a tan cobarde sentencia
prestas en silencio oído.
Y soy yo mismo quien dicto
esa sentencia villana.
De mis propios labios mana
ese negro veredicto.
Yo me declaro convicto.
Yo te negué con Simón.
Te vendí y te hice traición
con Pilatos y con Judas.
Y aún mis culpas desanudas
y me brindas el perdón.

Segunda Estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
"Así fue como se llevaron a Jesús. Cargando con su propia cruz, salió de la ciudad hacia el lugar llamado Calvario (o de la Calavera), que en hebreo se dice Gólgota." (Jn 19, 17)

Jerusalén arde en fiestas.
Qué tremenda diversión
ver al justo de Sión
cargar con la cruz a cuestas.
Sus espaldas curva, prestas
a tan sobrehumano exceso,
y, olvidándose del peso
que sobre su hombro gravita,
con caridad infinita
imprime en la cruz un beso.
Tú el suplicio y yo el regalo.
Yo la gloria y Tú la afrenta
abrazado a la violenta
carga de una cruz de palo.
Y así, sin un intervalo,
sin una pausa siquiera,
tal vivo mi vida entera
que por mí te has alistado
voluntario abanderado
de esa maciza bandera.

Tercera Estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
"Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará." (Mt 16, 24-25)

A tan bárbara congoja
y pesadumbre declinas,
y tus rodillas divinas
se hincan en la tierra roja.
Y no hay nadie que te acoja.
En vano un auxilio imploras.
Vibra en ráfagas sonoras
el látigo del blasfemo.
Y en un esfuerzo supremo
lentamente te incorporas.
Como el Cordero que viera
Juan, el dulce evangelista,
así estás ante mi vista
tendido con tu bandera.
Tu mansedumbre a una fiera
venciera y humillaría.
Ya el Cordero se ofrecía
por el mundo y sus pecados.
Con mis pies atropellados
como a un estorbo le hería.

Cuarta Estación: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE:
"También estaban allí, observándolo todo, algunas mujeres que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo." (Mt 27, 55)

Se ha abierto paso en las filas
una doliente Mujer.
Tu Madre te quiere ver
retratado en sus pupilas.
Lento, tu mirar destilas
y le hablas y la consuelas.
Cómo se rasgan las telas
de ese doble corazón.
Quién medirá la pasión
de esas dos almas gemelas.
¿Cuándo en el mundo se ha visto
tal escena de agonía?
Cristo llora por María.
María llora por Cristo.
¿Y yo, firme, lo resisto?
¿Mi alma ha de quedar ajena?
Nazareno, Nazarena,
dadme siquiera una poca
de esa doble pena loca,
que quiero penar mi pena.

Quinta Estación: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO
"Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús." (Lc 23,26)

Ya no es posible que siga
Jesús el arduo sendero.
Le rinde el plúmbeo madero.
Le acongoja la fatiga.
Mas la muchedumbre obliga
a que prosiga el cortejo.
Dure hasta el fin el festejo.
Y la muerte se detiene
ante Simón de Cirene,
que acude tardo y perplejo.
Pudiendo, Jesús, morir,
¿por qué apoyo solicitas?
Sin duda es que necesitas
vivir aún para sufrir.
Yo también quise vivir,
vivir siempre, vivir fuerte.
Y grité: -Aléjate, muerte.
Ven Tú, Jesús cireneo.
Ayúdame, que en ti creo
y aún es tiempo de ofenderte.

Sexta Estación: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
"Muchos quedaron espantados al verlo, pues estaba tan desfigurado, que ya no parecía un ser humano. Despreciado por los hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho caso de él. Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban." (Is 52, 14; 53, 3-42)

Fluye sangre de tus sienes
hasta cegarte los ojos.
Cubierto de hilillos rojos
el morado rostro tienes.
Y al contemplar cómo vienes
una mujer se atraviesa,
te enjuga el rostro y te besa.
La llamaban la Verónica.
Y exacta tu faz agónica
en el lienzo queda impresa.
Si a imagen y semejanza
tuya, Señor, nos hiciste,
de tu imagen me reviste
firme a olvido y a mudanza.
Será mayor mi confianza
si en mi alma dejas la huella
de tu boca que nos sella
blancas promesas de paz,
de tu dolorida faz,
de tu mirada de estrella.

Séptima Estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
"... eran nuestras faltas por las que era destruido; nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados". (Is 53, 5)

Largo es el camino y lento
y el Cireneo se rinde.
Él se ha trazado una linde
en su oscuro pensamiento.
Mientras disputa violento,
deja que la cruz se hunda
total, maciza, profunda,
sobre aquel único hombro.
Y como un humano escombro
cae Jesús por vez segunda.
¿Otra vez, Señor, en tierra,
abrazado a tu estandarte?
Ese insistente postrarte
¿qué oculto sentido encierra?
Mas ya te entiendo. En la guerra
por ti luchando, transido
caeré en tierra y malherido,
¿y no he de alzarme ya más?
Yo sé que Tú me darás
la mano si te la pido.

Octava Estación: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
"Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos." (Lc 23, 27-28)

Qué vivo dolor aflige
a estas mujeres piadosas,
madres, hermanas, esposas,
sin culpa del «crucifige».
Jesús a ellas se dirige.
Sus palabras, oídlas bien.
-Hijas de Jerusalén.
Llorad vuestro llanto, sí,
por vosotras, no por mí.
Por vuestros hijos también.
Por nosotros mismos, cierto.
Pero ¿quién por ti no llora?
Haz que llore hora tras hora
por mí tibio y por ti yerto.
Riégame este estéril huerto.
Quiébrame esta torva frente.
Ábreme una vena ardiente
de dulce y amargo llanto,
y espanta de mí este espanto
de hallar cegada mi fuente.

Novena Estación: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
"Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mt 5, 10)

Ya caíste una, dos veces.
La rota túnica pisas
y aún entre mofas y risas
tendido a mis pies te ofreces.
Yo no sé a quién me pareces,
a quién me aludes así.
No sé qué haces junto a mí,
derribado con tu leño.
Yo no sé si ha sido un sueño
o si es verdad que te vi.
Y yo caigo una, dos, tres,
y otra vez más, y otra, y tantas.
Siempre tus espaldas santas
me sirvieron de pavés.
Ahora siento bien cuál es
la razón de tus caídas.
Sí. Porque nuestras vencidas
almas no te tengan miedo
caes, oh humilde remedo,
y a abrazarte las convidas.

Décima Estación: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
"Después de clavar a Jesús en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la túnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna, se dijeron:«No la rompamos, echémosla más bien a suertes, a ver a quién le toca.» Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y echaron a suertes mi túnica. Esto es lo que hicieron los soldados." (Jn 19, 23-24)

Ya desnudan al que viste
a las rosas y a los lirios.
Martirio entre los martirios
y entre las tristezas triste.
Qué sonrojo te reviste,
cómo tu rostro demudas
ante aquellas manos crudas
que te arrancan los vestidos
de sangre y sudor teñidos
sobre tus carnes desnudas.
Bella lección de pudores
la que en este trance dictas,
tus candideces invictas
coloridas de rubores.
Tú, que has teñido las flores
de tintas tan sonrosadas,
que en las castas alboradas
las nubes vistes de oro,
ay, devuélveme el tesoro
de mis flores marchitadas.

Undécima Estación: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
"Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda." (Lc 23, 33)

Por fin en la cruz te acuestas.
Te abren una y otra mano,
un pie y otro soberano,
y a todo, manso, te prestas.
Luego entre Dimas y Gestas,
desencajado por crueles
distensiones de cordeles,
te clavan crucificado
y te punzan el costado
y te refrescan de hieles.
Y que esto llegue es preciso
y así todo se consuma,
y, a la carga que te abruma,
el cuello inclinas sumiso.
-Conmigo en el paraíso
serás hoy- al buen ladrón
prometes. Tierna lección
la de tus palabras ciertas.
Toma mis manos abiertas.
Toma mis pies: tuyos son.

Duodécima Estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
"Desde el mediodía hasta las tres de la tarde todo el país se cubrió de tinieblas. A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu." (Mt 27, 45-46.50)

Al pie de la cruz María
llora con la Magdalena,
y aquel a quien en la Cena
sobre todos prefería.
Ya palmo a palmo se enfría
el dócil torso entreabierto.
Ya pende el cadáver yerto
como de la rama el fruto.
Cúbrete, cielo, de luto
porque ya la Vida ha muerto.
Profundo misterio. El Hijo
del Hombre, el que era la Luz
y la Vida muere en cruz,
en una cruz crucifijo.
Ya desde ahora te elijo
mi modelo en el estrecho
tránsito. Baja a mi lecho
el día que yo me muera,
y que mis manos de cera
te estrechen sobre mi pecho.

Decimotercera Estación: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
"Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala." (Jn 19,25)

He aquí helados, cristalinos,
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, Madre mía, no llores.
Cómo lloraba María.
La llaman desde aquel día la Virgen de los Dolores.
¿Quién fue el escultor que pudo
dar morbidez al marfil?
¿Quién apuró su buril
en el prodigio desnudo?
Yo, Madre mía, fui el rudo
artífice, fui el profano
que modelé con mi mano
ese triunfo de la muerte
sobre el cual tu piedad vierte
cálidas perlas en vano.

Decimocuarta Estación: JESÚS ES SEPULTADO
"Estaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Pero ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?.No está aquí. Resucitó. Acordaos de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea." (Lc 24, 5-6)

Fue un José el primer varón
que a Jesús tomó en sus brazos,
y otro José en tiernos lazos
le estrecha de compasión.
Con grave, infinita unción
el sagrado cuerpo baja
y en un lienzo le amortaja.
Luego le da sepultura
y una piedra en la abertura
de la roca viva encaja.
Como póstuma jornada
de tu vía de amargura,
admiro en la sepultura
tu heroica carne sellada.
Señor, ya no queda nada
por hacer. Señor, permite
que humildemente te imite,
que contigo viva y muera,
y en luz no perecedera,
que como Tú resucite.

Decimoquinta Estación: JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS

¿Es de ingrávido sueño,
aire o magia refleja
este resplandor súbito,
esta erguida presencia?
Todo en torno se afirma,
se deslumbra, se ciega.
La piedra es más que nunca
piedra, gozosa piedra;
la humana piel confusa
de oscuros centinelas,
tañida del prodigio,
centellea evidencias,
y el alba, el alba tímida
tan mojada y tan tierna,
confirma de rubores
su inocencia perfecta.
Otra vez sobre el mundo la Verdad se hace cierta,
cierta con certidumbre
transverberada, céntrica.
No el aire, no, ni el sueño
ni la magia espejean
este cuerpo armonioso
que fulgura y destella.
Las brisas le acarician,
la tierra le sustenta
y la luz que de él mana
le ciñe y le modela.
Pudiendo ser más leve
que plumas o humaredas,
humana, humildemente
pisa la hierba, y pesa,
y al goce del suavísimo
tacto, contacto, prenda,
invita -ábranse flores-
a las yemas incrédulas.
Resurrección. Oh gloria
taladrada y tan nuestra,
tan de hueso y de carne
firme, caliente, fresca.
Por Ti, Jesús, tan nuevo
hoy con tus cinco estrellas
que en cifra dibujada
tu caridad constelan,
por Ti, Señor, devuelto
a la luz que te estrecha,
al amor que te ciñe,
al aura que te besa,
por ti, todo nos canta,
oh divina certeza
para después del tiempo,
quieta ya primavera.