«Dios siente ternura hacia mí como yo hacia vosotros, Dios
tiene una dependencia total de mí, Dios sufre conmigo, Dios se alegra conmigo,
Dios camina conmigo y peregrina en mi vida. Dios siente la necesidad de
cuidarme. Cualquier cosa que me ocurra le transforma, porque soy su hijo y su
criatura».
“Quién sujeta el cielo”, que también se
podría haber titulado “Cómo me convertí
a la ternura de Dios a través de mis hijos”. En este pequeño libro, que he aprovechado para leer estos días de confinamiento, el autor escribe
a sus hijos y les cuenta cómo fueron ellos quienes le revelaron la ternura de
Dios al convertirle en padre. Por sus páginas desfilan historias familiares y sucesos cotidianos en los que los temas de
fondo son el amor, la felicidad y el sentido de la vida. Para el autor, “El gran reto para los Cristianos” y, añado yo, para todos los
hombres, es “descubrir la mirada con que
Dios nos mira”. La felicidad, a
pesar del dolor, del sufrimiento, de todos los males que hay en el mundo, está
en descubrir esa mirada, la mirada de Dios, y mirarse cada uno a sí mismo así, con la mirada de Dios.
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