sábado, 24 de agosto de 2013

La buscadora de perlas, de Jeff Talarigo

La buscadora de perlas, The pearl diver en el original, está ambientada en el Japón inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. La historia es la siguiente: Fuji, una joven de diecinueve años se adentra en las aguas cada día a buscar perlas. Un día cualquiera encuentra una gran oreja de mar adherida a una roca. En la pelea por arrancarla, pierde pie y se golpea en el brazo con una roca, haciéndose una herida justo en el centro de una mancha roja que le había salido meses atrás. Empieza a sangrar, pero no nota ningún dolor. Es entonces cuando descubre que ha contraído la lepra, en esos tiempos una enfermedad todavía sin tratamiento claro y que condena a sus víctimas a vivir aisladas y en condiciones infrahumanas. Una historia dura y sensible al mismo tiempo, profundamente humana, en la que la enfermedad lo ocupa todo. Un canto a la solidaridad y a la amistad. Me animó a leerla hace tiempo mi amigo Carlos, hace pocos días me topé con ella de casualidad y me la he leído a ratos, sumergido en el calor cordobés. La verdad es que, ni fu ni fa. Nada del otro mundo. Ya me dirás. 

sábado, 17 de agosto de 2013

Como una novela, de Daniel Pennac

Lo que tiene navegar por la red. No recuerdo el motivo concreto ni la necesidad (si es que la había) de mi navegación. El caso es que ha vuelto a caer en mis manos este libro, que leí hace al menos veinticinco años y del que guardo un estupendo recuerdo. Pasaba un mes de vacaciones en Granada. Me encontré con un buen amigo y acabamos hablando de libros. Él llevaba consigo en ese momento Como una novela, y me lo puso por las nubes. Así que, después de despedirme, eché mano al bolsillo, comprobé que quizá me alcanzara el poco dinero que suelo llevar encima, y, en la primera librería que vi, entré y me lo compré. Recuerdo que lo leí de un tirón, tumbado en la piscina, bien es verdad que alternando con algún que otro chapuzón. Sugerente y entretenido, este libro, escrito por un profesor de Secundaria amante de la literatura y buen conocedor de los adolescentes pretende acercar la literatura a los jóvenes para que descubran «el placer de leer», o lo que es lo mismo, que se puede leer por placer y no por obligación, y es cuando mejor te lo pasas. A pesar de los años que han pasado desde su publicación en 1987, este libro no ha perdido actualidad. Es, sin duda, una muy buena lectura para el verano. Porque, además, se lee como una novela. Que la disfrutes.

sábado, 10 de agosto de 2013

Ese dulce mal, de Patricia Highsmith

Patricia Highsmith, escritora policíaca americana que vivió gran parte de su vida en Europa, debutó con Extraños en un Tren, y a partir de ahí creó una completa galería de personajes tan fascinantes como perturbados, geniales introspecciones psicológicas en gente que hace cosas muy raras y a menudo enfermizas y que, sin embargo (y esto es lo inquietante) de alguna manera te resultan familiares. El protagonista de Ese dulce mal ha sido abandonado por su novia, y vive con esta obsesión. Incapaz de superar el contratiempo, se va deslizando lentamente hacia la locura: se crea una nueva personalidad, compra un piso  que decora con el estilo que le gustaba a la ex-novia, acude a ese piso los fines de semana imaginando que la ex-novia vive con él y son felices. Highsmith plasma de manera genial en sus obras la presencia del mal, de la violencia y el crimen en la entraña de la sociedad contemporánea. En palabras de Graham Greene, Highsmith crea «un mundo propio, un mundo de claustrofobia e irracionalidad en el que nos adentramos una y otra vez con una sensación de peligro personal». De ahí que no sorprenda la atracción que cineastas como Alfred Hichtcock han sentido por su obra (no hay más que ver la espléndida y agobiante película en que convierte la novela Extraños en un tren).

sábado, 3 de agosto de 2013

Confesiones de San Agustín, de José Ramón Ayllón

Las Confesiones de San Agustín es considerado por muchos el mejor libro de la Historia, después de la Biblia. Hoy estamos acostumbrados al género autobiográfico, pero Agustín es el que lo inicia, con una obra insuperable, realmente genial. En sus páginas, en palabras de José Ramón Ayllón, autor de esta versión, Agustín «nos regala una mezcla insuperable de antropología, ética, psicología y estilo. Si reducimos a esquema su contenido, podemos decir que la autobiografía más reeditada y leída es la introspección de un alma en carne viva, una búsqueda apasionada de la felicidad, un alarde de psicología y estilo literario. Y, sobre todo, una oración a corazón abierto». La razón de esta versión reducida es clara: «Pienso que algunos clásicos —dice Ayllón— sólo pueden entrar en las aulas si se facilita su lectura». Para ello suprime digresiones filosóficas y teológicas, mostrando al desnudo la vida apasionante del joven Agustín, hasta su conversión, en un castellano del siglo XXI, alejado de la retórica arcaica de algunas traducciones. Te lo lees de un tirón.