Si te gusta leer, este es tu blog. Leer para aprender. Leer para descansar. Leer para recomendar. Libros para ti, libros para tus hijos, libros para tus padres. Libros para todas las edades. Libros para jóvenes y libros para adultos. Lo mejor de ahora y de siempre. No son recomendaciones de un experto, sino de un aficionado a la lectura que recomienda libros a sus amigos. Espero que te gusten.
“Aquel antojo de vino en la
mejilla le preocupaba y muchas veces, por la noche, se había despertado
sobresaltado, preguntándose dónde lo había visto antes. (…) Todo eso no tenía
ningún sentido, como no lo tenía lo que le había contado el gendarme. El desconocido
tenía treinta y dos o treinta y tres años. No podía, pues, ser hijo de Joséphine…”
Frente
al "Gran Nogal", una granja que regenta Etienne y en la que convive con su familia aparece un hombre tendido junto a una bicicleta.
¿Ha sido víctima de un accidente o de un ataque premeditado? El desconocido
convalece de sus heridas en la granja, mientras la policía toma cartas en el
asunto y el cabo de la gendarmería de
Sainte-Odile, el pueblo más cercano, redacta
un informe con la paciencia del hombre que sabe que el fruto madura siempre
acaba por caer, por sí mismo, del árbol.... Preguntas sin respuesta, silencios
interesados, personajes que actúan
como si tuvieran algo que ocultar. Una extraña agitación se adueña de los
implicados mientras el cabo de la gendarmería añade notas a su informe. El informe
del gendarme (Le
rapport du gendarme) es la primera
novela que leo de George Simenon y
me ha parecido excelente. En su brevedad
(154 páginas), te mantiene en tensión
creciente al ritmo de la reconstrucción del caso que marcan los descubrimientos
del gendarme…
Ahí va mi recomendación navideña anual. si aún no lo has leído, aprovecha. Y si ya lo has hecho, vuelve a disfrutar con este precioso libro que, aunque pudiera parecerlo, no es un libro para niños, aunque estos también puedan leerlo. Jóvenes y adultos disfrutarán por igual con su lectura. En él encontrarás la historia de Zabulón, un pastorcillo que fue a adorar a Dios y era un poco «tonto»; de la lavandera Salomé, que lavó por primera vez los pañales de Jesús; de Joaquín, el posadero que no les dio hospedaje pero sí un establo; de Moreno, el borrico que llevó Santa María de un lado para otro; de Oriente, la estrella que estaba hecha para un sólo día del año… Un relato sencillo, cercano, familiar, que no te dejará indiferente. Un libro para Navidady para cualquier día del año. Espero que lo disfrutes… y que lo recomiendes. Leer más
«Desde
su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de
grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del
olivar. Berreos como jaras calcinadas. Tumbado sobre un costado, su cuerpo en
forma de zeta se encajaba en el hoyo sin dejarle apenas espacio para moverse
(…) Notó que los hombres ya se estaban cerca y se dispuso para el sigilo»
El
pasado año 2013 los libreros de Madrid eligieron Intemperie, de Jesús
Carrasco, como la mejor obra del año. Nacido en Olivenza (Badajoz)
en 1972 y afincado en Sevilla, este redactor publicitario ha logrado con
su primera obra triunfar no sólo en España, sino en países como
Italia, Reino Unido, Holanda, Israel o Alemania y ser traducido a quince idiomas.
Se le compara con Delibes,
el Cela
de Pascual Duarte o Mc
Carthy. El libro narra la huida de un niño a través de un país
castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo
cerrado, sin nombres ni fechas, en el que aunque la moral ha desaparecido
prevalecen valores universales como la amistad, la solidaridad
y la compasión prevalecen. Un libro
duro, que engancha y se lee de un tirón. En su adaptación al cine, la película Intemperie
está dirigida por Benito Zambrano y
protagonizada por Luis Tosar, Jaime López, Luis Callejo y VicenteRomero. El estreno de la
película está previsto para el 22 de noviembre de 2019.
“Cuando iba a Moscú y al
regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se
hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas
palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo
no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido
acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan
satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; …”.
Así escribía Chaves Nogales en 1937,
desde un rincón de París, exiliado a
la fuerza tras convencerse “de que todo estaba perdido y ya no había nada que
salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba”. Ni de un
bando ni del otro nos muestra en estas “nueve alucinantes novelas” unos
personajes con existencia real, con personalidad auténtica, protagonistas de
hechos rigurosamente verídicos, que “sólo en razón de la proximidad de los
acontecimientos se mantiene discretamente velada”. Para muchos, uno de los mejores libros que jamás se
han escrito sobre la Guerra Civil
española. Mi amigo Rafa, biólogo, profesor de Educación Secundaria, gran
aficionado a los toros y devorador de buenos libros me insistía: “Tienes que
leer a Chaves Nogales”. Y le hice caso. Y no me arrepiento.
«Muero en la fe de la Iglesia Una, Santa, Católica y
Apostólica. Espero morir preparado y protegido por los Sacramentos que nuestro
Señor Jesucristo le ha confiado, en la comunión de los Santos inaugurada por Él
con su ascensión al cielo y que no tendrá fin. Espero también morir en la Iglesia fundada en Pedro
por nuestro Señor, que continuará en el mundo hasta su segunda venida».
John Henry Newman (1801-1890)
es uno de los grandes y más conocidos escritores
cristianos. Se hizo famoso en el siglo XIX por su actividad eclesial e
intelectual en la Comunión anglicana en la que nació, y sobre
todo por su conversión a la Iglesia católica en octubre del año 1845. La
existencia sencilla y activa de Newman, que vivió prácticamente toda su vida
católica en el Oratorio de San Felipe Neri de la ciudad de Birmingham, se vio coronada por la decisión del papa León XIII, que le creó cardenal de la Iglesia romana en mayo de
1879. Su figura ha saltado de nuevo a la atención de los cristianos y del gran
público con motivo de su canonización, el próximo 23 de octubre de 2019. Newman es un clásico moderno que merece la pena descubrir leyendo esta
pequeña semblanza de 179 páginas, publicada en la ColecciónPersona y Cultura de la editorial EUNSA.
“La mujer alta dejó
de leer, se tumbó boca arriba y notó que le vencía el sueño. Incluso con los
ojos cerrados, sentía el destello del sol en los párpados. Le gustaba la
soledad de aquella playa en la que podía pasar las horas sin otra compañía que
el libro, el rumor de las olas y el canto de las aves que tenían su nido entre
las dunas”.
Mónica Andrade vive en una casa pintada
de azul, en una pequeña población llamada Tirán,
al otro lado de la ría, un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con
el bullicio de Vigo. Allí quienes
van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza
cada media hora la ría de Vigo. Una
mañana de otoño, el inspector Caldas
recibe la visita de un hombre alarmado por la ausencia de su hija, que no se
presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir
su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios. En casa de Mónica todo
sigue como si no se hubiera marchado, pero pasan los días y la joven no aparece. Setecientas páginas sin desperdicio. Terminas
un capítulo y no puedes dejar de empezar el siguiente. Y un final… ¡Ya me dirás qué te parece el final!
“Day: Mi madre cree que estoy muerto. Obviamente,
no lo estoy. Sin embargo, prefiero que ella no sepa la verdad porque sería
demasiado arriesgado. Por lo menos dos veces al mes aparece el cartel de «Se
busca» con mi foto en las pantallas gigantes que hay por todo el centro de Los
Ángeles”.
La República
está embarcada en una guerra interminable con el país vecino, las Colonias. June y Day, dos ciudadanos de la República, tienen la misma edad –quince años– y viven en la misma ciudad. Sin embargo, habitan en
mundos opuestos: mientras que June
es una chica privilegiada, destinada a ocupar un lugar en la elite del país por
su condición de niña prodigio, Day
vive en la clandestinidad y se dedica a sabotear los manejos de un gobierno que
considera corrupto y asesino. No hay ninguna razón para que los caminos de June y de Day se crucen… hasta el día en que Metias, el hermano de June,
es asesinado, y Day se convierte en
el principal sospechoso del crimen. Entonces, June y Day emprenden un
mortal juego del ratón y el gato, en el que él lucha por la supervivencia de su
familia mientras ella busca vengar la muerte de su hermano. Novela juvenil sin pretensiones,
primera de una serie formada por Legend,
Prodigy y Champion. La típica distopía
que está de moda con protagonistas adolescentes y huérfanos que se enamoran. La
leí el pasado verano mientras atendía un campamento, y me entretuvo.
“Mi padre siempre decía
que el fracaso enseña
lo que el éxito oculta. Y es cierto. No se pueden tener demasiadas
pretensiones si se quiere ser feliz porque en realidad, la vida es un drama y es nuestra
actitud la que marca la diferencia
entre los felices y los infelices. Si tu actitud es positiva te sube el
flujo de sangre en la corteza prefrontal y todo se ve de otro color. Aprendes a ser
feliz a pesar de los sinsabores continuos de la vida. Y esto está científicamente probado”.
Serotonina, oxitocina, dopamina, cortisol...,
una colección de sustancias y hormonas danzando en nuestro cerebro para decidir
entre todas la cantidad de felicidad que nos corresponde. De esto habla la
joven psiquiatra Marian Rojas en su primer libro Cómo hacer que te pasen cosas
buenas, que ha agotado 13 ediciones en menos de un año. En tono científico y con vocablos médicos, pero salpicado de anécdotas e historias reales, ameno y
asequible, repasa temas como el sufrimiento,
la actitud ante el fracaso, la amistad, el perdón, los miedos, los sentimientos, las emociones, el descanso o
el cuidado del sueño. Marian Rojas, hija del conocido
psiquiatra Enrique Rojas, nos avisa
“Cómo hacer que te pasen cosas buenas no
es un libro de autoayuda, es un
libro de inspiración. Inspira a
ser mejor, a entenderte y a recomendárselo a la gente a la que quieres
porque sabes que les va a ayudar”. Me lo prestó un amigo, lo compré y no ha dejado de pasr de mano en mano. Lo presté la semana pasada a uno de mis hermanos, y hace un par de días me lo pedía otro amigo que tendrá que esperar...
En pleno
mes de agosto, mientras el inspector Brunetti
viaja en tren para pasar dos semanas de vacaciones suena su teléfono móvil. La
comisaria Claudia Griffoni le informa de que ha tenido lugar un asesinato en la ciudad. El muerto es
Araldo Fontana, un ujier del Tribunal de Justicia al que se estaba investigando
por su participación en una sutil trama de corrupción dentro de la intrincada
maquinaria judicial de Venecia. Sin
llegar a su destino, Brunetti deja a
Paola, su esposa y a Chiara y Raffi, sus dos hijos en el tren y regresa a Venecia. El caso se une
a una investigación en curso: un turbio negocio de manipulación, plagado de
falsos videntes, consultores astrales y tarotistas. Brunetti se tendrá que valer de su intuición para navegar por un
mundo de sugestión y descarado engaño, así como para enfrentarse a un caso de sangre y sobornos. Donna Leon no defrauda. Leí Piedras ensangrentadas y me gustó. A ti
te pasará igual. Si lees un caso del inspector Brunetti, querrás leer todos.
“Cada
mañana los pastorcillos se levantan con alegría porque van a pasar el día
juntos. Desayunan al amanecer, rezan una oración al ángel de la guarda y salen
con el rebaño hacia el Gredal, una pequeña laguna cercana al caserío. Es el
punto de cita donde reúnen los dos hatos de ovejas y los conducen, meseta
arriba, hacia los pastos que decide Lucia”
Los
tres pastorcillos de Fátima comenzaron sus vidas en la honradez de
una vida sencilla, e hicieron de su
labor de pastores un ejemplo de humanidad para sus familiares y compañeros. La visita de la Virgen supuso un reto
de superación en su forma de entender su relación con Dios. Esta es la historia
de los tres pastorcitos portugueses a los que se les apareció la Virgen de Fátima el 13 de mayo de 1917. Lucia,
de 10 años, y sus primos, Francisco de 9 años y Jacinta
de 7 años, recibieron el mensaje de la Señora: el mal del mundo, la causa de sus guerras
y desastres es el pecado; la oración y el sacrificio son los medios para
conseguir la salvación. Francisco y Jacinta murieron pronto,
ofreciendo su vida por la paz del mundo. Lucia se quedó, como le había
prometido la Virgen,
para extender la devoción de su Sagrado Corazón.
que estás
llena de arrugas, que estás llena de sueño,
que se te
han caído los dientes,
que ya no
puedes con tus pobres remos hinchados,
deformados por el veneno del reuma.
No importa, madre, no importa.
Tú eres
siempre joven,
eres una
niña,
tienes
once años.
Oh, sí,
tú eres para mí eso: una candorosa niña.
Y verás que es verdad si te sumerges en esas lentas aguas,
en esas
aguas poderosas,
que te
han traído a esta ribera desolada.
Sumérgete,
nada a contracorriente, cierra los ojos,
y cuando
llegues, espera allí a tu hijo.
Porque yo
también voy a sumergirme en mi niñez
antigua,
pero las
aguas que tengo que remontar hasta casi
la fuente,
son mucho
más poderosas, son aguas turbias, como
teñidas de sangre.
Óyelas,
desde tu sueño, cómo rugen,
como
quieren llevarse al pobre nadador.
¡Pobre
del nadador que somorguja y bucea en ese
mar salobre de la memoria!
... Ya ves: ya hemos llegado.
¿No es
una maravilla que los dos hayamos arribado
a esta prodigiosa ribera de nuestra
infancia?
Sí, así es
como a veces fondean un mismo día en
el puerto de Singapoor dos naves,
y la una
viene de Nueva Zelanda, la otra de Brest.
Así hemos
llegado los dos, ahora, juntos.
Y ésta es
la única realidad, la única maravillosa
realidad:
que tú
eres una niña y que yo soy un niño.
¿Lo ves, madre?
No se te
olvide nunca que todo lo demás es mentira,
que esto
solo es verdad, la única verdad.
Verdad,
tu trenza muy apretada, como la de esas niñas
acabaditas
de peinar ahora,
tu
trenza, en la que se marcan tan bien los brillan-
tes lóbulos del trenzado,
tu
trenza, en cuyo extremo pende, inverosímil, un
pequeño lacito rojo;
verdad,
tus medias azules, anilladas de blanco, y las
puntillas de los pantalones que te
asoman por
debajo de la falda;
verdad tu
carita alegre, un poco enrojecida, y la
tristeza de tus ojos.
(Ah, ¿por
qué está siempre la tristeza en el fondo
de la alegría?)
¿Y adonde
vas ahora? ¿Vas camino del colegio?
Ah, niña
mía, madre,
yo, niño
también, un poco mayor, iré a tu lado,
te
serviré de guía,
te
defenderé galantemente de todas las brutalidades
de mis compañeros,
te
buscaré flores,
me subiré
a las tapias para cogerte las moras más
negras, las más llenas de jugo,
te
buscaré grillos reales, de esos cuyo cricrí es como
un choque de campanitas de plata.
¡Qué
felices los dos, a orillas del río, ahora que va a
ser el verano!
A nuestro paso van saltando las ranas verdes,
van
saltando, van saltando al agua las ranas verdes:
es como
un hilo continuo de ranas verdes,
que fuera
repulgando la orilla, hilvanando la orilla
con el río.
¡Oh qué
felices los dos juntos, solos en esta mañana!
Ves:
todavía hay rocío de la noche; llevamos los
zapatos llenos de deslumbrantes gotitas.
¿O es que
prefieres que yo sea tu hermanito menor?
Sí, lo
prefieres.
Seré tu
hermanito menor, niña mía, hermana mía,
madre mía.
¡Es tan
fácil!
Nos
pararemos un momento en medio del camino,
para que
tú me subas los pantalones,
y para
que me suenes las narices, que me hace mu-
cha falta
(porque
estoy llorando; sí, porque ahora estoy llo-
rando).
No. No
debo llorar, porque estamos en el bosque.
Tú ya
conoces las delicias del bosque (las conoces
por los cuentos,
porque tú
nunca has debido estar en un bosque,
o por lo
menos no has estado nunca en esta deliciosa
soledad, con tu hermanito).
Mira, esa
llama rubia que velocísimamente repique-
tea las ramas de los pinos,
esa llama
que como un rayo se deja caer al suelo,
y que ahora de un bote salta a mi
hombro,
no es
fuego, no es llama, es una ardilla.
¡No
toques, no toques ese joyel, no toques esos dia-
mantes!
¡Qué
luces de fuego dan, del verde más puro, del
tristísimo y virginal amarillo, del
blanco creador,
del más hiriente blanco!
¡No, no
lo toques!: es una tela de araña, cuajada de
gotas de
rocío.
Y esa
sensación que ahora tienes de una ausencia
invisible, como una bella tristeza, ese acompasado
y ligerísimo rumor de pies lejanos, ese
vacío, ese presentimiento súbito del bosque,
es la
fuga de los corzos. ¿No has visto nunca corzas
en huida?
¡Las
maravillas del bosque! Ah, son innumerables; nunca
te las
podría enseñar todas, tendríamos
para toda una vida...
... para toda una vida. He mirado, de pronto, y he
visto tu bello rostro lleno de arrugas,
el torpor
de tus queridas manos deformadas,
y tus
cansados ojos llenos de lágrimas que tiemblan.
Madre
mía, no llores: víveme siempre en sueño.
Vive,
víveme siempre ausente de tus años, del sucio mundo
hostil,
de mi egoísmo de hombre, de mis
palabras duras.
Duerme
ligeramente en ese bosque prodigioso de tu
inocencia,
en ese
bosque que crearon al par tu inocencia y mi
llanto.
Oye, oye
allí siempre cómo te silba las tonadas nue-
vas tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el sueño.
No tengas miedo, madre. Mira, un día ese tu sueño
cándido se te hará de repente más profundo y
más nítido. Siempre en el bosque de la primer mañana, siempre
en el bosque nuestro. Pero ahora ya serán las ardillas, lindas, veloces
llamas, llamitas de verdad; y las telas de araña, celestes pedrerías;
y la huida de corzas, la fuga secular de las estrellas
a la busca de Dios.
Y yo te seguiré arrullando el sueño oscuro, se te-
guiré cantando.
Tú oirás la oculta música, la música que rige el
universo. Y allá en tu sueño, madre, tú creerás que es tu hijo
quien la envía. Tal vez sea verdad: que un co-
razón es lo que mueve el mundo.
Madre, no temas. Dulcemente arrullada, dormirás en
el bosque el más profundo sueño.
Espérame
en tu sueño. Espera allí a tu hijo, madre
mía.
* La madre, en D. Alonso, Hijos de la ira,
Castalia, Madrid 1986, pp.
120-125. Junto a la niñez, el tema de la mujer (y, sobre todo, la madre) mueve
al poeta a la expresión de una amorosa ternura. La niñez, recuerdo de la
inocencia, y la mujer (madre), símbolo del amor, se combinan en este poema que,
basado en una hábil superposición temporal, radicada en la memoria, convierte a
la madre y al hijo en hermanitos que juegan juntos, recreando un mundo añorado.
En la entrada del palacio de
Cnosos figura el signo del toro, que abre la puerta al reino del secreto, de la
purificación, de la identidad de uno y de la libertad, quizá de la muerte. En
el centro del laberinto es dable imaginar a Jorge Luis Borges (1899-1986)
tejiendo una minuciosa meditación en la que sueña que es Borges y que escribe
historias que se desarrollan en sueños y laberintos. En los meandros de su
peregrinación arquetípica halla Jorge Luis Borges objetos preciosos, extraños y
mágicos, como el aleph («El Aleph») que se oculta en la casa de la calle Garay
donde vivió la hermosa Beatriz Viterbo. El aleph es el lugar donde están sin
confundirse todos los lugares del orbe vistos desde todos los ángulos. Ironía
borgiana es que semejante maravilla (incluye «el populoso mar, el alba y la
tarde, las muchedumbres de América, la plateada telaraña en el centro de una
negra pirámide, un laberinto roto, interminables ojos escrutadores, racimos,
nieve, tabaco, convexos desiertos ecuatoriales o la reliquia atroz de lo que
deliciosamente había sido Beatriz Viterbo», entre miles de otras visiones
admirables) solo haya servido al pedante poeta Carlos Argentino Daneri para
perpetrar con su ayuda un malvadísimo poema que traza la historia de la Tierra. Sería
posible considerar como un verdadero avatar humano del aleph a Ireneo Funes («Funes
el memorioso»), que recuerda cada detalle de cada percepción, y es un almacén
universal de datos: «Nosotros percibimos tres copas en una mesa. Funes todos
los vástagos y racimos y frutos que comprenden una parra. Sabía las formas de
las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos
ochenta y dos y podía compararlos en el recuerdo con las vetas de un libro en
pasta española y con las líneas de espuma que un remo levantó en Río Negro la
víspera de la acción de Quebracho». Otros objetos maravillosos son los que
proceden del fabuloso mundo de «Tlon, Uqbar, Orbis Tertius» o los imaginarios
libros infinitos en los que cada hoja se desdobla en infinitas hojas y cuya
hoja central no tiene reverso... Esos objetos pertenecen a espacios igualmente
mágicos, reducibles casi siempre al laberinto, obsesión central del escritor.
Un laberinto es la ciudad misteriosa de los Inmortales descrita por un narrador
que ha olvidado ser el propio Homero(en el cuento de «El inmortal» que evoca
uno de los viajes de Gulliver narrados por Swift), un laberinto es el escenario
de la muerte de Abenjacán el Bojarí «muerto en su laberinto», o el campo de
batalla de dos reyes enemigos («Los dos reyes y los dos laberintos»), laberinto
es la casa de Asterión (otro nombre del Minotauro) en el cuento del mismo
título, y otros hallamos en «Las ruinas circulares» o «La Biblioteca de Babel»,
que evoca las visiones de Kafkay arquitecturas de Piranesi y que asume las
dimensiones del Universo entero: «El universo, que otros llaman la Biblioteca se compone
de un número indefinido y tal vez infinito de galerías hexagonales, con vastos
pozos de ventilación en el medio, cercado por barandas bajísimas. Una de las
caras libres da a un angosto zaguán que desemboca en otra galería, idéntica a
la primera y a todas...». Reflexión parecida hace Asterión sobre su casa (el
Laberinto): «Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es
otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce
(son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del
tamaño del mundo, mejor dicho, es el mundo». Se recordará que el padre
Atanasius Kircher, erudito jesuita del siglo XVII, concebía el interior de la Tierra como un laberinto
inextricable y que en la empresa heráldica de Galeazzo Becaria figura el mundo
como un laberinto. Borges explora, pues, con vuelos nuevos, imágenes
ancestrales que aseguran la solidez de sus fantasías. El laberinto no solo es
un edificio o el mundo: es también una escritura («La escritura del dios») cuya
clave encuentra el sacerdote prisionero en la piel del jaguar, después de
atravesar iniciáticamente un laberinto de sueños, camino idéntico al que
permite a otro sacerdote en «Las ruinas circulares» crear soñando un hombre, su
discípulo, hecho de la materia de los sueños, hasta descubrir que él mismo es
el sueño de otro soñador. En «Jardín de senderos que se bifurcan» el laberinto
es un libro...
Es evidente la barroca atracción
de Borges por los conflictos de la realidad con la fantasía, de la fugacidad
humana y la eternidad («Historia de la eternidad» es una de sus obras); su
preocupación por el tiempo (detenido mágicamente en «El milagro secreto»); por
los sueños y la escritura laberíntica (el universo) de Dios, trabajosamente
imitada por demiurgos de diversa entidad; por el destino y la muerte; por la
identidad y la permanencia. Teología, filosofía, mitografías y folklore, en un
estilo preciso, paradójico y aderezado con autoridades reales o ficticias, con
mil detalles que hacen verosímiles las historias (muchas de técnica policiaca o
de cuento de misterio) y los personajes más extravagantes, pueblan las páginas
de Borges en frases como anillos de plata, brillantes y perfectas; en imágenes
como espejos que reflejan con engañosa claridad enigmas y secretos. Borges
llena de fechas, direcciones, eruditos datos bibliográficos y meticulosa
documentación sus sueños: «El coche lo dejó en el cuatro mil cuatro de esa
calle del Noroeste. No habían dado las nueve de la mañana» («La espera»); «Debo
a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar.
El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona,
en Ramos Mejía; la enciclopedia falazmente se llama «The Anglo American
Cyclopaedia», Nueva York, 1917 y es una reimpresión literal, pero también
morosa de la «Encyclopedia britannica» de 1902» («Tlon, Uqbar»)... ¿Cómo poner
en duda la veracidad del relato?
A sus preocupaciones metafísicas y
poéticas se suma otro gran mito, el del valor, que fundamenta alguno de sus
mejores cuentos: mencionemos «Hombre de esquina Rosada», mencionemos «El Sur»
(de perfección imposible) ... que enseñan con sospechosa melancolía que la
felicidad no es una condición de los hombres, pero sí el coraje o la desesperación.
Borges llenó los plúteos de su
«Biblioteca de Babel» con los libros que hubiera querido escribir: «la historia
minuciosa del provenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel
de la Biblioteca,
miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos
catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, las
interpolaciones de cada libro en todos los libros», o quizá se hubiera
contentado con el libro de los libros que evoca en el mismo relato, ese libro
total, cifra y compendio perfecto de todos los demás, y que sería el universo o
sería Dios. No lo escribió, pero sí escribió otros que ocupan en esa Biblioteca
portentosa un estante privilegiado. Murió ciego, recordando, en la oscuridad
luminosa de su ceguera como en la caverna central de un laberinto, aquellas
palabras de Goethe:
El sacro horror es lo mejor del
hombre. Cuanto más afianza la percepción del mundo más hondamente lo turba el portento.
[1]Ignacio Arellano, Diario de Navarra, 16 de marzo de 2002.
“Cumple catorce años
y está sentada a proa. Los ojos verdes, risueños y melancólicos, están
imantados por el horizonte: una línea tan clara que tiene que dar miedo. El
mundo es una caracola. Le hace eco a la luz, da toda la que recibe, hasta en
forma de sombras. Y la luz es la única orden del alba. Una orden severa, porque
cuando sale la luz también nos salen las lágrimas.”
La
vida de Margherita está en un
momento crucial: su padre ha abandonado el hogar, acaba de empezar el instituto
y, en plena adolescencia, vive sumida en una profunda tristeza. La amistad con Marta y el entusiasmo por su nuevo profesor
de lengua, lograrán despertar en Margherita
nuevas pasiones y sueños. Pero será su amor por Giulio, su primer y gran amor, lo que hará reaccionar a Marguerita y la empujará a la búsqueda
de su padre. Cosas que nadie sabe, Cose
che nessuno sa en el original, una historia
sugerente y sensible que invita a vivir la intensidad del amor verdadero y
la belleza de los sueños más puros. Al igual que Blanca como la nieve, roja como la sangre, esta segunda novela de D’Avenia
arrasa entre los adolescentes (ellos y ellas) y engancha también a sus padres.
“Cuando
una persona muere, deja de existir y se acabó. Después no hay nada: ni cielo ni
infierno ni ángeles ni Dios ni nada. ¿Te queda claro?”
Esas palabras
de su madre, cuando tenía poco más de siete años, poco antes de que ella y
su padre se divorciaran, se le quedaron grabadas a fuego en la memoria. Ahora Miguel tiene 22 años. Acaba de terminar la carrera de Derecho
en Santiago de Compostela. Descreído,
inteligente y triunfador, cree tener el mundo a sus pies. Es principios de
enero y pasa unos días con sus abuelos,
en el pazo donde nació, en Cambados
(Pontevedra). Quedan pocos días para reanudar las clases. Una tarde,
mientras merienda con sus abuelos, siente una
punzada en el abdomen, como una cuchillada, que le hace caer de la silla.
No le da importancia. Pero su abuelo, médico de profesión, sí. Al día siguiente
le atienden en el Hospital de Santiago. Diagnóstico:
Cáncer de páncreas. Tres meses de vida. Tres meses en los que Miguel se plantea, por primera vez, el sentido de su existencia.
Anteayer por la mañana, lunes 1 de abril de 2019, nos levantamos con la noticia del fallecimiento de Rafael Sánchez Ferlosio.
Eso me trajo a la memoria su novela El Jarama, que pude leer allá por
1989 y de la que no guardo prácticamente ningún recuerdo. Quizá la impresión de que se me hizo un poco larga y de que parecía que no pasaba nada. Según los
entendidos, El Jarama inauguraba una nueva época de la narrativa española
incorporando a una historia de
apariencia realista una técnica absolutamente realista. Once amigos madrileños deciden pasar un caluroso domingo de agosto a orillas del
Jarama. A partir de ahí la acción se desarrolla simultáneamente en la
taberna de Mauricio —donde los habituales parroquianos beben, discuten y juegan
a las cartas— y en una arboleda a orillas del río en la que se instalan los
excursionistas. Durante dieciséis horas
se suceden los baños, los escozores provocados por el sol, las paellas, los
primeros escarceos amorosos y el inevitable
paso del tiempo, que amenaza con la llegada del lunes. Al acabar el día, sin
embargo, un acontecimiento inesperado
colma la jornada de honda poesía y dota a la novela de una extraña grandeza. Para
muchos «la mejor novela escrita en España en el siglo XX».
“Con veintiochos
años de edad, y ya dos metros de estatura, Gregor decide tomar un barco hacia los Estados Unidos de América. Desembarca en un muelle de Nueva York
provisto de su pasaporte y de su bombín, de una maletita con apenas ropa, de otra con apenas instrumentos, de veinte dólares doblados en un bolsillo
y en otro bolsillo una carta de
recomendación para Thomas Edison...”.
Debió ser hace un par de años
cuando tuve la oportunidad de ver una exposición en la Ciudad de la Ciencia de
Valencia. Allí oí hablar por primera vez -ignorante de mí- de Nikola Tesla. Y decidí leer algo sobre
él. Así fue como di con Relámpagos (Des éclairs), de Jean Echenoz.
Basada en la vida y obra del
ingeniero Nikola Tesla (1856-1943) este pequeño relato, ni novela ni
biografía es, sin embargo, ágil, simpática, entrañable en ocasiones, y muy
sugerente. En ella nos encontramos conGregor, que
inventa y descubre todo lo que va a ser útil durante los próximos siglos: la transferencia inalámbrica de energía
eléctrica mediante ondas electromagnéticas, la corriente alterna, la
bombilla sin filamento y la radio,
… Sin embargo, como la ciencia le
interesa mucho más que el beneficio, los asuntos personales no le van tan
bien. Por eso otros científicos acabarán
robándoselo todo.
“La llamada telefónica se produjo a las 9.37 de la noche
del 18 de marzo, sábado, víspera de la rutilante y retumbante fiesta que la
ciudad dedicaba a San José Carpintero: y al carpintero precisamente se ofrecían
las hogueras de muebles viejos que esa noche se encendían en los barrios
populares…”
Una historia sencilla que, en realidad, no
lo es tanto. Como te despistes, te pierdes, a pesar de su brevedad (78 págs.) y llegas al
final desconcertado, sin saber qué ha ocurrido. Una novela policíaca siciliana con fondo de mafia y droga, aunque jamás se nombra ni la una ni la otra. Todo
empieza con una llamada telefónica a la policía comunicándole el aparente
suicidio de una persona. A partir de ese momento, de repente, la historia va
creciendo, se dilata, se embrolla sin dejarnos ni un instante de reflexión. Eso,
que nos ocurre a nosotros, los lectores, le ocurre también al inspector, el
único personaje que busca la verdad. Lo mismo que ocurrió al autor, Sciascia, quien, hasta un mes antes de
su muerte en 1989, cuando entregó
este libro a su editor italiano, se obstinó en «sondear escrupulosamente las posibilidades que tal vez queden aún a la
justicia» (Justicia, Dürrenmatt).
“Un avión se
ha estrellado. No hay supervivientes. En él viajaba, o debería viajar, Jason
Archer. Su misteriosa y oscura desaparición arrastrará a su mujer a conocer un
mundo de vértigo y de pesadilla, donde conviven la sospecha y la venganza, la conspiración
y la muerte...”.
Cuando Sidney Archer despidió a su marido en el aeropuerto para tomar un avión
rumbo a Los Ángeles, no podía
sospechar que para ella comenzaba una nueva vida. El avión se estrella y las
investigaciones posteriores revelan que ha sido víctima de un sabotaje. Además,
todo apunta a que su marido ha estado robando secretos de la empresa en la que
trabajaba para venderlos a la competencia. Con todo, apenas han comenzado sus sufrimientos:
las sospechas que recaen sobre su marido colocan a Sidney en el punto de mira del FBI, que la considera cómplice. De telón
de fondo, el control de las redes de información del siglo XXI. Una novela absorbente. 437 páginas sin desperdicio. Perfecta para desconectar.