“La mujer alta dejó
de leer, se tumbó boca arriba y notó que le vencía el sueño. Incluso con los
ojos cerrados, sentía el destello del sol en los párpados. Le gustaba la
soledad de aquella playa en la que podía pasar las horas sin otra compañía que
el libro, el rumor de las olas y el canto de las aves que tenían su nido entre
las dunas”.
Mónica Andrade vive en una casa pintada
de azul, en una pequeña población llamada Tirán,
al otro lado de la ría, un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con
el bullicio de Vigo. Allí quienes
van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza
cada media hora la ría de Vigo. Una
mañana de otoño, el inspector Caldas
recibe la visita de un hombre alarmado por la ausencia de su hija, que no se
presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir
su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios. En casa de Mónica todo
sigue como si no se hubiera marchado, pero pasan los días y la joven no aparece. Setecientas páginas sin desperdicio. Terminas
un capítulo y no puedes dejar de empezar el siguiente. Y un final… ¡Ya me dirás qué te parece el final!
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