«La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió,
después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al
sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían
renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios…».
El laberinto es la obsesión de Jorge Luis Borges. Allí, como dice Ignacio Arellano, encuentra «objetos preciosos, extraños y mágicos,
como el aleph («El Aleph») que se oculta en la casa de la calle Garay donde
vivió la hermosa Beatriz Viterbo. El
aleph es el lugar donde están sin confundirse todos los lugares del orbe vistos
desde todos los ángulos». A Borges
le atrae el choque entre realidad y fantasía, el paso del tiempo, los sueños,
el destino y la muerte. En este volumen, además de El Aleph encontramos otros de los más elogiados relatos del
escritor, como “El inmortal”, “Los teólogos”, “Deutsches Requiem” o “La
espera”. Borges no es un escritor
que guste a cualquiera, y zambullirse en sus páginas requiere ciertos hábitos
de lectura.
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