El Dador de Recuerdos es una sugerente novela en la tradición de las mejores novelas
futuristas (Un mundo feliz,
1984, Farenheit 451...). Describe un mundo en el que la vida es
ordenada, previsible e indolora y está completamente regulada: un Comité de Ancianos se ocupa de la Unión de Cónyuges, la Imposición de Nombres, la Colocación de Nacidos, las Misiones. No hay familias sino Unidades
Familiares, cada una de ellas estudiada y aprobada por el Comité de Ancianos y sometida a control
de seguimiento durante tres años antes de que puedan solicitar hijos. Cada noche hay que manifestar los sentimientos; cada
mañana, contar los sueños. El objetivo:
que todos los miembros de la
Comunidad estén bien educados: sepan dar siempre las
gracias, pedir perdón si han actuado mal, conocer y nombrar sus sentimientos y
encauzarlos… La muerte no se nombra:
se la llama liberación. De los
liberados (niños con defectos, ancianos...) se dice que son enviados Afuera. Jonás, el protagonista, ha recibido el oficio de ser Receptor
de Memoria: habrá de recibir todos los Recuerdos de la gente
para que todo el peso del dolor
recaiga sobre una sola persona y no
produzca inquietud en nadie más. Sin embargo, Jonás se rebela cuando contempla cómo su padre, de oficio Criador, se ocupa de «liberar» a un niño
(…). A través de los ojos de Jonás
vemos el horror que significa matar a un inocente, no importa qué tamaño tenga. En agosto de 2014 se estrena la película en Estados Unidos.
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