Cuando vuelvo a visitar los
rincones de mi vida, las cosas más nimias me asaltan. El mantel de hule con
cuadros blancos y molinos de viento azules, las manchas descoloridas en
nuestros cuatro gastados lugares en la mesa. Ese café acre de papá, tan cargado
que casi andaba, y que él bebía a sorbos después de la cena para dormir
después, sereno como una esfinge.
Paul Milliron
ocupa el cargo de Superintendente de Instrucción Pública en Montana (EE.UU.). A través de sus
recuerdos, Doig nos sumerge en la
vida de la Montana de 1909. Paul es el mayor de los tres hijos que tiene Oliver Milliron, un granjero que se ha quedado viudo recientemente.
Para salir adelante en las tareas domésticas, contratan a un ama de llaves, Rose, que se presenta en Marias Coulee acompañada de su hermano Morris, un dandi que no encaja mucho en
el ambiente rural de la zona. El destino de todos cambia cuando, al quedarse
sin maestra, el pueblo ofrece el puesto a Morris,
hombre de esmerada y excéntrica educación. Novela
familiar, amable, con muchos y agradables valores humanos y con una destacada presencia de la naturaleza y la vida campestre. Un homenaje a la abnegada entrega de
muchos maestros, Una temporada para silbar, The
Whistling Season en el original, describe con
calidad y ternura los sentimientos más íntimos y profundos de unos personajes
infantiles y adolescentes, como Paul, que empiezan a abrirse camino en
un mundo nada fácil.
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