Léo Moulin, profesor de Historia y Sociología en la Universidad de
Bruselas durante medio siglo, autor de decenas de libros rigurosos y
fascinantes, es uno de los intelectuales más prestigiosos de Europa. A pesar de
haberse distanciado de las logias masónicas en las que militó, sigue siendo un
laico, un racionalista cuyo agnosticismo bordea el ateísmo. De él son estas
palabras, que recoge Messori en el prefacio del libro:
«Haced caso a este viejo incrédulo
que sabe lo que se dice: la obra maestra de la propaganda anticristiana es
haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala
conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la vergüenza, por su propia
historia (…) han conseguido convenceros de que sois los responsables de todos o
casi todos los males del mundo (…) Habéis permitido que todos os pasaran
cuentas, a menudo falseadas, casi sin discutir. No ha habido problema, error o
sufrimiento histórico que no se os haya imputado. Y vosotros, casi siempre ignorantes
de vuestro pasado, habéis acabado por creerlo, hasta el punto de respaldarlos.
En cambio, yo (agnóstico, pero también un historiador que trata de ser
objetivo) os digo que debéis reaccionar en nombre de la verdad. De hecho, a
menudo no es cierto. Pero si en algún caso lo es, también es cierto que, tras
un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente
sobre las tinieblas. Luego, ¿por qué no pedís cuentas a quienes os las piden a
vosotros? ¿Acaso han sido mejores los resultados de lo que ha venido después?»
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