«El hecho ocurrió en la noche del 29 al 30 de abril de 1937, aproximadamente a las dos de la madrugada (…) Estaban radiando música francesa: final de una sinfonía de César Frank; luego, al piano, la Pavane pour une infante défunte, de Ravel; luego, en orquesta, un trozo de Berlioz, intitulado L’enfance de Jesus».
Así comienza este breve escrito, Carta de don Manuel García Morente dirigida, en septiembre de 1940, al doctor don José María García Lahiguera, y hecha pública después de su muerte. En ella, el filósofo, con conmovedora sencillez y de modo elocuente da testimonio de los acontecimientos decisivos que le llevaron —de la mano de la Providencia— a recobrar la fe. Estos sucesos provocarán, al mismo tiempo, un intenso diálogo filosófico, porque los vive como intransferiblemente suyos, con la actitud filosófica de un hombre que era un auténtico filósofo, y no un simple erudito de la filosofía. Vida y pensamiento filosófico unidos en un impresionante y conmovedor documento que culmina con el descubrimiento de la presencia real de Cristo —«Allí estaba Él. Yo no lo veía, yo no lo oía, yo no lo tocaba. Pero Él estaba allí»— y que, sin duda, te impactará.
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