«No
creo que tus decretos tengan tanta fuerza que obliguen a transgredir las leyes
no escritas e inmutables de los dioses, siendo tú mortal. Esas leyes no son de
hoy o de ayer, pues siempre han tenido vigencia y nadie sabe cuándo
aparecieron. Además, por temor a lo que piense un simple hombre no iba yo a
sufrir el castigo divino por su incumplimiento…».
Predilecta del
público desde su primera representación en 442 antes de Cristo, Antígona es,
sin duda, de una de las grandes obras del teatro universal: por su calidad
literaria, por la hondura de sus temas y por el trágico destino de sus
protagonistas. ¿Hay que plantar cara a la injusticia o plegarse a ella? La
oposición entre Creonte y Antígona refleja esa otra oposición, tan frecuente,
entre una ley injusta y su objetor. Es a Sófocles (495-405 a.C.) a quien debemos
esta distinción entre ley natural y leyes meramente humanas, así como su
jerarquía y necesaria relación: solo la conexión con la ley natural otorga
legitimidad a las leyes humanas. Sin duda, Antígona es una de esas obras de la literatura universal que
hay que leer cuanto antes.
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