«Creemos en la valentía. Creemos en la acción. Creemos en
liberarnos del miedo y en adquirir las habilidades necesarias para eliminar el
mal de nuestro mundo, de modo que el bien pueda prosperar y florecer. Si
vosotros también creéis en estas cosas, os damos la bienvenida».
Con estas palabras se dirige Eric, uno de los líderes de la facción Osadía, a los aspirantes a formar parte
de ella. El resto de facciones en que está dividida la sociedad —cada una de
ellas dedicada a cultivar una “virtud” concreta— son Verdad, Abnegación, Cordialidad y Erudición. En una ceremonia anual, todos los chicos y chicas que
han llegado a los dieciséis años han de decidir a cuál de las facciones
dedicarán el resto de sus vidas. Al estilo de Los juegos del hambre, y
con semejante valor literario, la autora nos cuenta una historia en la que
vuelve a aparecer la violencia gratuita
y en la que no se sabe muy bien lo qué está bien y lo qué está mal. Una muestra
más de literatura pobre, para
vender, y que no aporta nada, aunque
pueda enganchar al público juvenil —más a ellos que a ellas—. En definitiva, más de lo mismo. Otro libro que no merece la pena leer. En 2014 la llevó al cine Neil Burger, director de El ilusionista.
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