«Más de un cenicero, por toda la
casa, vomita colillas. Confío en que no sólo tuyas. Desde lo alto de los
montoncitos se ha desbordado alguna unidad rebelde, que ha rodado sobre la mesa
o caído al suelo. Escamas de ceniza adornan especialmente el sofá, tu hábitat
predilecto. Vives tumbado».
A lo mejor están en la habitación de al lado, o
tal vez en otro lugar. En general duermen
cuando los demás están despiertos, y velan cuando el resto del mundo
duerme. Son los cansados: los hijos adolescentes. Michele Serra tiene una mirada
implacable hacia los hijos y hacia los padres, y narra los conflictos, las ocasiones
perdidas, el sentimiento de culpa.
¿Cuándo ha pasado? ¿Cómo ha pasado? ¿Dónde nos hemos perdido? ¿Bastará, para el
reencuentro, la desesperada y patética invitación a dar juntos un paseo por la
montaña?
Tampoco es para tanto. Esperaba mucho más de él.
Por cierto, ¿dónde está la madre?
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