«Estoy evolucionando desde el animal que era. Pero
el proceso está siendo muy, muy lento. Intento llorar y reír como el resto de
la gente, simplemente para ver si siento algo. Pero no me salen las lágrimas.
Ni me viene la risa».
«Yo no conocía la compasión ni la tristeza. Nos
educaron desde el nacimiento para que no fuéramos capaces de sentir emociones
humanas normales. Ahora que ya estoy fuera, estoy aprendiendo a tener
emociones. He aprendido a llorar. Siento que me estoy volviendo humano».
Tras la Guerra de Corea,
Shin Tae Sub, huyó desde Corea del Norte a Corea del Sur. Por ese
delito, toda su familia fue enviada al Campo 14, uno de los cinco
centros de reclusión para presos políticos, situado en las montañas de Corea
del Norte. Y allí nació su sobrino Shin Dong-hyuk. Nadie nacido
en el Campo 14, o en cualquiera de los otros campos norcoreanos, ha logrado
escapar. Nadie excepto Shin. Este es su relato.
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