ENTREVISTA DE ÁLVARO SÁNCHEZ LEÓN[1]
— Lo más importante de todo
es la fe. Kafka, que pasa por ser un escritor nihilista, dice que “para vivir
hay que tener fe”; fe en todo: en lo que está más cerca y en lo que está más
lejos.
— Me llamó la atención que
pidiera oraciones en Twitter por el alma de su madre sin ser católico practicante.
Me pareció el gesto más honesto en esos momentos de desconsuelo.
— Raymond Chandler, que es
otro de mis grandes referentes, criticaba a los escritores rompedores de su
tiempo, que eran muy inteligentes, muy brillantes, capaces de hablar de
cualquier cosa, pero que, en el fondo, “son hombres pequeños que han olvidado
cómo rezar”. Quien no reza, no asume que el mundo es muy superior a él y que
estamos insertos en algo que nos sobrepasa constantemente. Quien no siente el
impulso de rezar, de pedir, de dar gracias, ha empequeñecido su alma.
No tengo una fe religiosa,
pero sí creo que cuando uno reza por alguien está pensando en esa persona y le
está transmitiendo algo de lo mejor que tiene, exista o no exista Dios, le
llegue o no le llegue esa plegaria. Eso es bueno para quien reza y es bueno
para quien tiene una relación con la persona por la que se reza. Y si existe
una forma de existencia más allá de la existencia, estoy convencido de que será
bueno para la persona por la que se reza.
Yo soy agnóstico. No tengo
la intuición cierta de la trascendencia, pero no la descarto. Soy como
Protágoras, a quien injustamente criticaron como ateo por decir que sobre los
dioses no podía decir si existían o no, porque demasiado oscura era la
cuestión, y demasiado breve era la vida humana para esclarecerla. Yo estoy ahí.
Y desde ahí pienso que rezar y respetar a quien reza es un valor. No soy
religioso, ni clerical, pero tampoco soy anticlerical. Estoy convencido de que
hay que tener fe en que todo esto tiene un para qué, que tiene sentido hacer
las cosas bien, y que no tiene sentido hacer las cosas mal.
Dice Wittgenstein –no
sabría decir ahora si era muy creyente o no– que una vida deshonesta es una
vida irracional. Spinoza, que tampoco creía en el Dios de los cristianos,
destaca en su ética que no se trata de obrar bien para ir al cielo, o dejar de
obrar mal para no ir al infierno, sino que tenemos que hacer el bien, porque
cuando uno hace el bien conforme a su naturaleza y a su visión de las cosas
honestas, enriquece su existencia.
Cuando uno obra en contra
de lo que honestamente cree que debe hacer, degrada su existencia y la
envilece, y su vida pierde calidad. El cielo de los actos buenos está en los
actos buenos. El infierno de las malas acciones está en las malas acciones.
Aunque no te pillen. Aunque no te castiguen. Si perdemos estas ideas
esenciales, podemos acabar convirtiéndonos en máquinas de hacer cálculos de
coste-beneficio. En cualquier caso, seríamos máquinas de hacer cálculos de
coste-beneficio a corto plazo, cuando esos cálculos habría que hacerlos al
plazo relevante. Si tengo la certeza absoluta de que me voy a morir mañana, me
vale con ganar dinero hoy. Si vivo treinta años más, lo que hoy es rentable, a
lo mejor dentro de diez años es un desastre. Si tengo hijos y pienso en ellos,
lo que parece rentable para mí, igual no lo es para su futuro…
— Si la vida de un buen
autor son sus buenos textos, como decía antes, tiene su coherencia pensar que
la buena vida de una buena persona sean, al final, sus obras buenas.
— Totalmente. Y la vida buena no es pasarse los días recogiendo medallas de oro en lo alto del podio. Esa, incluso, si nos descuidamos, tiene momentos de vida mala. He visto a gente recoger medallas de oro en lo alto de un podio que les ubicaba muy fuera del tiesto. La vida buena es lo que dice Spinoza, que me parece lo más inteligente en términos éticos: lo bueno es lo que es conforme a tu naturaleza, aquello que sientes que debes hacer y que, realmente, forma parte de lo que eres. Todo lo que hagas en ese camino, es buen texto para la vida. Todo lo que se salga de esas líneas, lo estropea. Todos hacemos bastantes cosas al margen del texto bueno, y el que diga que no es que no se observa, no es consciente, o está atontado, pero hay que intentar que ese subconjunto inevitable de acciones no se convierta en el centro de gravedad de toda nuestra existencia.
[1] Entrevista de Álvaro Sánchez León, 31 de agosto de 2022, en: https://www.aceprensa.com/la-entrevista/lorenzo-silva-la-literatura-sirve-para-dar-cauce-forma-y-expresion-a-la-conversacion-social/
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