«La carta que habría de cambiarlo todo llegó un
martes. Era una mañana cualquiera de mediados de abril, olía a ropa limpia y césped
recién cortado. Harold Fry se había
afeitado, se había puesto una camisa y una corbata limpias y se había sentado a
la mesa de la cocina, delante de una tostada que aún no había probado».
La carta la firmaba Queenie Hennessy, una vieja
amiga y compañera de trabajo quien, tras un silencio de casi veinte años,
acaba de comunicarle que está ingresada en un hospital del norte a punto de morir de cáncer. Harold escribe respondiendo a la carta
de Queenie y sale de casa para echar
la carta al buzón. Recién jubilado, Harold
está lejos de imaginar que acaba de
iniciar un viaje a pie de un extremo a otro del país. No lleva calzado ni
ropa adecuada, ni siquiera un teléfono móvil, y mucho menos un mapa o una
brújula. ¿Para qué iba a llevarlos? Tan sólo va al buzón de la esquina… Sin
embargo, cuando Harold se dispone a
enviar la carta, un impulso repentino lo conmina a llevar él mismo el mensaje a
su destinataria. Así comienza un largo peregrinaje que dará un vuelco total a
su existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario