«Al poco tiempo de la
elección de Francisco, muchas personas comenzaron a sonreír más. (…) Como
periodista en el Vaticano, sigo cada día todas las intervenciones de Francisco,
tanto en Roma como en los viajes. (…) aquella sonrisa del nuevo papa, que
enseguida cautivó al mundo, me intrigaba porque sabía que no era “suya”. Le
conocía desde 2001. Era un hombre muy valioso, pero demasiado serio, casi
apesadumbrado. Empecé a investigar estos llamativos cambios y descubrí que la
alegría era una de sus grandes propuestas para quien fuese elegido sucesor de
Benedicto XVI. El 7 de marzo de 2013, en un breve discurso a todos los
cardenales, les dijo que la Iglesia necesitaba un papa que ayudase a
redescubrir “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”. Estaba levantando
la bandera de la alegría. Era un programa. Ese discurso cambió la historia.
Seis días después lo elegían a él».
Juan
Vicente Boo, veterano vaticanista, desde su llegada a Roma en 1998 ha sido testigo
cotidiano de los últimos siete años de Juan Pablo II, el pontificado de
Benedicto XVI y el del Papa Francisco. En esta obra nos ofrece un retrato único
y diferente de Francisco que sorprenderá a muchos.
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