¿Existe el crimen perfecto? ¿Y
el amor perfecto? Estas dos cuestiones son las que se
plantean en la última novela de Reyes Calderón, La venganza del asesino par, relato que vuelve a
contar con dos viejos conocidos para los seguidores de la escritora: los
personajes de Lola MacHor y el inspector Juan Iturri. Nosotros hemos
tenido la oportunidad de hablar con una autora, que se reconoce amante
del detalle, interesada en dotar a sus personajes de una entidad que trasciende a la propia
historia.
-Con La
venganza del asesino par,
ya son cinco los libros protagonizadas por Lola MacHor y Juan Iturri.
¿Se hace difícil encontrar la evolución adecuada para los protagonistas de tus
historias?
-Hay dos maneras de
encarar una saga literaria, que sea la trama la que cambie y los personajes
permanezcan, o que los protagonistas de la historia se muevan al compás de las
novelas. En mi caso, considero importante que los personajes crezcan y
evolucionen… Incluso a veces sin que yo misma los controle.
-¿Un personaje puede escapar a las decisiones del autor?
-No es tanto que escapen a mi control, como que los detalles de su personalidad sean los que marquen qué caminos seguirán. No siempre estoy de acuerdo con las decisiones que toman mis personajes. Por ejemplo, Iturri hay momentos en que me sorprende, incluso hace cosas que me dan rabia, por decirlo de alguna manera. Una vez creados, los detalles que configuran sus personalidades definen sus futuros actos. Si no fuera así el lector se daría cuenta de inmediato, se percataría de que algo no cuadra.
-¿Un personaje puede escapar a las decisiones del autor?
-No es tanto que escapen a mi control, como que los detalles de su personalidad sean los que marquen qué caminos seguirán. No siempre estoy de acuerdo con las decisiones que toman mis personajes. Por ejemplo, Iturri hay momentos en que me sorprende, incluso hace cosas que me dan rabia, por decirlo de alguna manera. Una vez creados, los detalles que configuran sus personalidades definen sus futuros actos. Si no fuera así el lector se daría cuenta de inmediato, se percataría de que algo no cuadra.
-Te has definido como una
persona meticulosa, cosa que se deja notar en tus novelas. ¿El proceso de
investigación y documentación es la parte de la creación literaria más
ingrata?
-¡En absoluto! Para mi resulta apasionante. Sé que hay
autores que “subcontratan” esta parte del trabajo literario. Es una opción,
desde luego, pero yo me divierto mucho indagando sobre los temas que van a
aparecer en las novelas. Al documentarme, aprendo, y eso beneficia a la
narración.
-Y se consigue realismo…
-El realismo y los detalles importantes. Y se llega a ello
a través de los personajes. Te permite incluso conseguir un punto
reivindicativo, aunque evitando sentenciar nada. Me limito a mostrar una serie
de problemas. Gracias al personaje de Lola MacHor, magistrada de profesión, el
lector puede reflexionar a cerca de la justicia en España. Por ejemplo sobre el
hecho de que no hay mujeres en el tribunal supremo.
-¿Y qué te sugiere este dato?
-Quizás que a nuestra sociedad aún le falta un hervor.
Aunque es evidente que algo sí que se está cociendo.
-Para contar una intriga como la que centra la novela, ¿se
tiene claro el desenlace de la historia desde el principio?
-Cuando empiezo a
escribir, tengo decidido el esqueleto del relato. A pesar de ello, conforme
avanzo, hay aspectos de la novela que van transformándose, personajes
secundarios que te piden paso, por ejemplo. En La venganza del asesino par, este ha sido el caso del inspector Lombardo,
que ha ido empujando a hasta conseguir mayor peso en el relato.
-¿Y cómo se consigue mantener en vilo al lector? ¿Cuál es el truco
para que la intriga no decaiga?
-Insisto, lo importante son los detalles. En la novela he
ido actuando como si fuera Hansel y Gretel. He ido dejando miguitas de pan a
medida que el relato avanza, para que los lectores puedan, si lo desean, ir
vislumbrando el final. Para que puedan ir atando cabos que les conduzca al
desenlace.
-En ocasiones, los escritores se vuelven tan crípticos que no hay
quien imagine el final de la historia…
-Yo no me saco ningún conejo de la chistera. En la novela
el lector sabe lo mismo que los personajes. Quien quiera seguir las pistas
podrá llegar a las mismas deducciones que ellos, aunque, claro está, habrá
quien lo consiga antes, y quien lo logre después…
-El personaje de Rodrigo/Wilson ha cometido nada menos que nueve
crímenes para
averiguar si matando uno se vuelve loco, o si tienes que estar loco para matar.
¿Cuál es la opción correcta?
-Ninguna de las dos. Hay varios factores que
influyen. En el caso de los psicópatas, la genética o el ambiente pueden dar
pistas importantes sobre qué ha llevado a alguien a cometer un crimen. Pero
también está la voluntariedad. En realidad, todos estos factores se dan
de manera simultánea. En todo caso, se trata de relaciones complejas que casi nunca
llegamos a conocer completamente. De hecho, en el mundo real, son los
jueces penales los que tienen que enfrentarse a este problema, tienen que
decidir si alguien ha tenido la voluntad de cometer el crimen. Se trata de una
línea muy fina.
-En la ficción los asesinos más despiadados suelen ser personas muy
inteligentes ¿Es que ser una especie de genio lleva aparejada la locura?
-Quien comete este tipo de asesinatos se consideran
genio. En estos casos, es habitual que coincidan maldad y inteligencia.
Pero también la soberbia y el narcisismo. Quieren mostrar al mundo de lo que
son capaces, escriben a los periódicos, buscan publicidad… pretenden que la
gente admire sus obras.
-Y luego encontramos a los personajes que deben desvelar las
intenciones del crimina. En la novela, Lola MacHor se ve involucrada, muy a su
pesar, en una serie de acontecimientos oscuros. Pero es que, además, su
situación personal es complicada. También debe resolver un dilema sentimental.
¿Lola se deja llevar más por el corazón o por lo racional?
-Tenemos los dos
casos. Son las dos caras de la misma moneda, el crimen perfecto y el amor
perfecto. El personaje de Lola se debate en esta dicotomía. En el aspecto
personal, se pregunta si un amor en apariencia perfecto puede desaparecer, y si,
siendo así, debe buscar en otro sitio.
-Hay muchos momentos de la
narración, en los que conviven, con naturalidad y justificación, pasajes muy
crudos y realistas, con reflexiones de tipo personal y momentos de gran
ternura. Difícil mantener el equilibrio narrativo en este sentido…
-Sólo se consigue si se observa con detenimiento todo el
cuadro. Si se tienen en cuenta todos los elementos de la escena. No sólo hay
que dedicarse exclusivamente a mirar el cadáver.
20/02/2012
20/02/2012
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