miércoles, 25 de abril de 2012

Entrevista a Reyes Calderón, autora de La venganza del asesino par: “No siempre me gustan las decisiones de mis personajes”

La muerte del hombre más rico de Argentina parecía un accidente hasta que la policía recibe una carta del recluso Ernest Wilson desde una prisión federal estadounidense. En ella se asegura que alguien está intentando cometer el crimen perfecto. Wilson ofrece su colaboración a la policía, pero exige una cosa a cambio: entrevistarse con la juez que lo detuvo, Lola MacHor, quien, en estos momentos, no atraviesa por una situación personal nada sencilla…

¿Existe el crimen perfecto? ¿Y el amor perfecto? Estas dos cuestiones son las que se plantean en la última novela de Reyes Calderón, La venganza del asesino par, relato que vuelve a contar con dos viejos conocidos para los seguidores de la escritora: los personajes de Lola MacHor y el inspector Juan IturriNosotros hemos tenido la oportunidad de hablar con una autora, que se reconoce amante del detalle, interesada en dotar a sus personajes de una entidad que trasciende a la propia historia.

-Con La venganza del asesino par, ya son cinco los libros protagonizadas por Lola MacHor y Juan Iturri. ¿Se hace difícil encontrar la evolución adecuada para los protagonistas de tus historias?
-Hay dos maneras de encarar una saga literaria, que sea la trama la que cambie y los personajes permanezcan, o que los protagonistas de la historia se muevan al compás de las novelas. En mi caso, considero importante que los personajes crezcan y evolucionen… Incluso a veces sin que yo misma los controle.


-¿Un personaje puede escapar a las decisiones del autor?
-No es tanto que escapen a mi control, como que los detalles de su personalidad sean los que marquen qué caminos seguirán. No siempre estoy de acuerdo con las decisiones que toman mis personajes. Por ejemplo, Iturri hay momentos en que me sorprende, incluso hace cosas que me dan rabia, por decirlo de alguna manera. Una vez creados, los detalles que configuran sus personalidades definen sus futuros actos. Si no fuera así el lector se daría cuenta de inmediato, se percataría de que algo no cuadra.

-Te has definido como una persona meticulosa, cosa que se deja notar en tus novelas. ¿El proceso de investigación y documentación es la parte de la creación literaria más ingrata?
-¡En absoluto! Para mi resulta apasionante. Sé que hay autores que “subcontratan” esta parte del trabajo literario. Es una opción, desde luego, pero yo me divierto mucho indagando sobre los temas que van a aparecer en las novelas. Al documentarme, aprendo, y eso beneficia a la narración.

-Y se consigue realismo…
-El realismo y los detalles importantes. Y se llega a ello a través de los personajes. Te permite incluso conseguir un punto reivindicativo, aunque evitando sentenciar nada. Me limito a mostrar una serie de problemas. Gracias al personaje de Lola MacHor, magistrada de profesión, el lector puede reflexionar a cerca de la justicia en España. Por ejemplo sobre el hecho de que no hay mujeres en el tribunal supremo.

-¿Y qué te sugiere este dato?
-Quizás  que a nuestra sociedad aún le falta un hervor. Aunque es evidente que algo sí que se está cociendo.

-Para contar una intriga como la que centra la novela, ¿se  tiene claro el desenlace de la historia desde el principio?
-Cuando empiezo a escribir, tengo decidido el esqueleto del relato. A pesar de ello, conforme avanzo, hay aspectos de la novela que van transformándose, personajes secundarios que te piden paso, por ejemplo. En La venganza del asesino par, este ha sido el caso del inspector Lombardo, que ha ido empujando a hasta conseguir mayor peso en el relato.

-¿Y cómo se consigue mantener en vilo al lector? ¿Cuál es el truco para que la intriga no decaiga?
-Insisto, lo importante son los detalles. En la novela he ido actuando como si fuera Hansel y Gretel. He ido dejando miguitas de pan a medida que el relato avanza, para que los lectores puedan, si lo desean, ir vislumbrando el final. Para que puedan ir atando cabos que les conduzca al desenlace.
-En ocasiones, los escritores se vuelven tan crípticos que no hay quien imagine el final de la historia…
-Yo no me saco ningún conejo de la chistera. En la novela el lector sabe lo mismo que los personajes. Quien quiera seguir las pistas podrá llegar a las mismas deducciones que ellos, aunque, claro está, habrá quien lo consiga antes, y quien lo logre después…

-El personaje de Rodrigo/Wilson ha cometido nada menos que nueve crímenes para averiguar si matando uno se vuelve loco, o si tienes que estar loco para matar. ¿Cuál es la opción correcta?
-Ninguna de las dos. Hay varios factores que influyen. En el caso de los psicópatas, la genética o el ambiente pueden dar pistas importantes sobre qué ha llevado a alguien a cometer un crimen. Pero también está la voluntariedad. En realidad, todos estos factores se dan de manera simultánea. En todo caso, se trata de relaciones complejas que casi nunca llegamos a conocer completamente. De hecho, en el mundo real, son los jueces penales los que tienen que enfrentarse a este problema, tienen que decidir si alguien ha tenido la voluntad de cometer el crimen. Se trata de una línea muy fina.

-En la ficción los asesinos más despiadados suelen ser personas muy inteligentes ¿Es que ser una especie de genio lleva aparejada la locura?
-Quien comete este tipo de asesinatos se consideran genio. En estos casos, es habitual que coincidan maldad y inteligencia. Pero también la soberbia y el narcisismo. Quieren mostrar al mundo de lo que son capaces, escriben a los periódicos, buscan publicidad… pretenden que la gente admire sus obras.

-Y luego encontramos a los personajes que deben desvelar las intenciones del crimina. En la novela, Lola MacHor se ve involucrada, muy a su pesar, en una serie de acontecimientos oscuros. Pero es que, además, su situación personal es complicada. También debe resolver un dilema sentimental. ¿Lola se deja llevar más por el corazón o por lo racional?
-Tenemos los dos casos. Son las dos caras de la misma moneda, el crimen perfecto y el amor perfecto. El personaje de Lola se debate en esta dicotomía. En el aspecto personal, se pregunta si un amor en apariencia perfecto puede desaparecer, y si, siendo así, debe buscar en otro sitio.

-Hay muchos momentos de la narración, en los que conviven, con naturalidad y justificación, pasajes muy crudos y realistas, con reflexiones de tipo personal y momentos de gran ternura. Difícil mantener el equilibrio narrativo en este sentido…
-Sólo se consigue si se observa con detenimiento todo el cuadro. Si se tienen en cuenta todos los elementos de la escena. No sólo hay que dedicarse exclusivamente a mirar el cadáver.



Posted on  by Equipo PlanetadeLibros.com

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